Crímenes ocultos

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Bajo la alfombra roja

Entre 1978 y 1990, 53 niños y mujeres fueron asesinados y mutilados en la ex Unión Soviética por Andrei Chikatilo. Una vez apresado, y documentado su caso en el libro The Killer Department (1993), de Robert Cullen, Chikatilo subió al panteón de célebres asesinos seriales como Ted Bundy. Lo interesante de la historia es el trasfondo político: Stalin creía que el asesinato era una “enfermedad” del capitalismo; ergo, en pueblos comunistas no podía existir el crimen. La confusión conceptual abonó al telefilm Citizen X, con Stephen Rea como el investigador que persigue a Chikatilo y Donald Sutherland como su incrédulo supervisor. Ahora, una nueva versión novelada (y muy cambiada) de los hechos, escrita por Tom Rob Smith, animó esta cinta producida por Ridley Scott, que asignó la dirección al chileno afincado en Suecia Daniel Espinosa.

Child 44 (título original, aludiendo al número de víctimas que disparó una investigación comprometida) pudo haber sido una buena remake de Citizen X, pero la adaptación del libro de Smith debilitó su potencial al subdividir el guión en historias paralelas. Aquí, el investigador es Leo Demidov (Tom Hardy), un sobreviviente de la hambruna propinada por Stalin al pueblo ucraniano que, de chico, es adoptado por una familia de oficiales soviéticos. Partiendo de la gratuita alusión al genocidio ucraniano, la historia se desploma como un castillo de naipes. Leo es forzado a tareas que no le agradan (como hacer la vista gorda ante los crímenes) por un par de jerarcas (Joel Kinnaman y Vincent Cassel) que quieren apartarlo, y con la misma gratuidad su mujer, Raisa (Noomi Rapace), no sabe si defenderlo o abandonarlo. En esta flojera argumental se desperdician las actuaciones de Gary Oldman, como un jefe militar sin incidencia en el guión, y Paddy Considine, como Vladimir Malevich (el Chikatilo de la adaptación).