Creed: corazón de campeón

Crítica de Leonardo González - Río Negro

Un nuevo comienzo

ace cuatro décadas nacía uno de los personajes más emblemáticos que alguna vez nos diera el Séptimo Arte: Rocky Balboa. La película había sido escrita por un joven Sylvester Stallone que vendió los derechos del guión a cambio de que lo dejen protagonizar el filme. El largometraje tuvo 10 nominaciones a los premios Oscar de los cuales se llevó 3, incluyendo el de Mejor Película. Stallone rápidamente saltó a la fama y no sólo pudo concretar su sueño de actuar, sino también que le dieran más oportunidades para escribir y dirigir.

"Rocky" (1976) era perfecta, y no tardó mucho en convertirse en una franquicia que le dio lugar a cinco películas más. La última, "Rocky Balboa" (2006), escrita, dirigida, y por supuesto, protagonizada, por Sly le dio la oportunidad a la estrella de cerrar la saga con bastante dignidad, luego de los "atropellos" que sufriera su personaje en algunos filmes anteriores. Cuando parecía que no veríamos nada más de El Semental Italiano, el director Ryan Coogler, gracias a su persistencia y tenacidad, convenció a Stallone de revisitar al personaje y es por eso que hoy tenemos "Creed - Corazón de campeón".

La película comienza en 1998 mostrándonos a un niño peleándose con otro en un reformatorio. Ese pequeño es hijo del legendario Apollo Creed, sólo que lo tuvo con otra mujer y no con su esposa Mary Ann. Es justamente ella (Phylicia Rashad) quien saca al pequeño de ese lugar para criarlo como propio. Años después, Adonis (Michael B. Jordan) es un joven bien educado, con un buen empleo, que en sus ratos libres se dedica al boxeo. No pudiendo negar su pasado y la sangre que corre por sus venas, decide abandonarlo todo y dedicarse por completo a este deporte. Claro que tiene una gran idea para lograr convertirse en boxeador profesional: ir hasta Filadelfia y convencer a Rocky Balboa (Stallone) de que lo entrene. Reticentemente éste acepta volver a los rings, y mientras lucha por convertir al joven en un boxeador de primera línea, también peleará contra el oponente más feroz que tuvo que enfrentar en su vida.

Rocky ha vuelto a la vida, señores, aunque con algunos cambios. Por ejemplo: es la primera película que no está escrita por Stallone, la primera en la que no pelea y también en que la palabra "Rocky" no está en el título. Pero, claro, la idea es que se inicie una nueva saga con un actor más joven. Y todo esto es raro teniendo en cuenta que el público lo que quiere es ver justamente a Rocky.

Sylvester Stallone conoce al dedillo al personaje y toda su mística, y sabe perfectamente cómo interpretarlo, pero no es una película sobre él. Hay, obviamente, muchas referencias a los largometrajes anteriores, y aunque Michael B. Jordan hace un aceptable trabajo jamás va a generar la química y la empatía que logró Rocky.

Stallone se corre maravillosamente del foco del filme e interpreta a su personaje abatido y cansado por los años, y le sale a la perfección. No por nada logró una nominación por Mejor Actor de Reparto para los Oscar (segunda vez por interpretar a Rocky Balboa) y que, si no hay una catástrofe, seguramente ganará. En detrimento de "Creed" va que hay demasiada referencia, y tanta similitud atenta contra la originalidad de la propuesta -hasta se filmaron dos finales-. Eso es lo que pasa cuando se quiere reflotar algo que había sido debidamente sepultado, y con honores, una década atrás. Lo bueno: Balboa revela quién ganó la famosa tercera pelea con la que termina "Rocky III" (1982). Creed no ganará por knock out, pero sí ajustadamente por puntos.