Corazones de hierro

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Sin novedad en el frente

Como productor ejecutivo, Brad Pitt se puso varias películas al hombro. Esta nueva recreación de la Segunda Guerra Mundial –su retorno al escenario bélico desde Bastardos sin gloria– se siente que no sólo se cargó como productor sino, notoriamente, como protagonista. Habiendo corrido nazis por África, Francia, Bélgica y ahora en la propia Alemania, su Don “Wardaddy” Collier es un badass de buen corazón cuya decadente elite semeja menos un batallón que un grupo de hambrientos piratas. Los personajes son estereotipos: el religioso “Bible” (Shia LaBeouf), el primitivo “Coon-ass” (Jon Bernthal), el mexicano “Gordo” (Michael Peña). Como si fuera un galeón, la manada viaja, pelea y convive dentro de Fury, un vapuleado y corajudo tanque, y los códigos se vuelven algo laxos, se “humanizan”, con la llegada de un joven pacifista llamado Norman (Logan Lerman). Avanzando campo traviesa en un blitzkrieg reverso a Berlín, Fury muestra la recta final de la guerra, tanto para el mundo como para estas almas en pena. David Ayer (En la mira) muestra ideas interesantes, como una escena donde Collier pelea sobre el tanque varado cual Ahab montado en Moby Dick. Pero, en el balance, son dos horas y diez sin variaciones sobre un tema trillado.