Contrasangre

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Contrasangre, el segundo largometraje de Nacho Garassino es uno de los estrenos del día.
El género noir está atravesado por diversas variantes. Pero si hay un elemento que pocas veces falta, es el de la Femme Fatale. En este policial dirigido por Nacho Garassino –El túnel de los huesos– el melodrama le gana a la acción, aunque el peso recae sobre la composición de personajes, y los personajes secundarios que complementan el triángulo amoroso.

Hay mujeres por las que vale la pena perder la cabeza. Esto es lo que les sucede a Daniel y Julio cuando arriesgan su vida por Analía. El primero es un ex policía, devenido en guardia de seguridad. Su vida es monótona, en la agencia para la que trabaja le piden que se retire, y los horarios de trabajo no le permiten compartir tiempo con su novia. Julio, en cambio, acaba de salir de prisión y vive obsesionado con Analía, quién no le contesta los mensajes.

Situaciones fortuitas, introducen a Daniel en la vida de Analía, una mujer que vive en un estado de confinación y pánico desde que fue violada. Los hombres son capaces de cualquier cosa por el amor de una mujer, reza la maldición de los policiales negros y esta no es la excepción.

Garassino se aleja del género de suspenso, pero no de sus personajes malditos y el universo marginal en el que se rodean. La tensión se genera a partir de la poca información que brinda el personaje de Analía –introspectiva y sensual Emilia Attias- y por cierto misterio que rodea a Julio –buena composición de Esteban Meloni- pero sin dudas, es el mundo de los policías corruptos, malditos por donde se mueve Daniel que desatan el gran atractivo de Contrasangre que lo diferencia de cualquiera que se haya filmado en los años 50, donde el mundo de la ley representaba los valores morales y la justicia.

En la austeridad de Juan Palomino, interpretando a Daniel, se encuentra la clave de un personaje con matices, hosco, pero honesto, de buenas intenciones, que no puede sacarse la mala fortuna de encima. La fotografía y la música, jazz y blues, la alejan del típico thriller costumbrista porteño. Si bien el barrio está presente, la ciudad toma un lugar alejado. Garassino decide concentrarse en las relaciones entre los personajes, la soledad que atraviesa cada uno, y cierta paranoia.

Aunque en los últimos minutos se terminan sobrexplicando algunos puntos que van quedando sueltos en Contrasangre y se apura un poco a la narración, se trata de un cuento sólido, un noir clásico sin pretensiones, con notables climas, apoyado por muy buenas interpretaciones –se destacan los secundarios que componen Luciano Cazaux, Sergio Boris, Daniel Valenzuela y Germán De Silva- y un excelente retrato de personajes, típicos del género, que bien podrían ser parte de una novela gráfica de Frank Miller.