Close

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

Nominada como Mejor Película Extranjera en los próximos Oscars, la nueva película de Lukas Dhont (Girl) es un retrato sobre la amistad masculina en la pubertad y puesta a prueba en el comienzo de la secundaria. Un drama hermoso y desgarrador.
En la película belga Close, Léo y Rémi son dos amigos de toda la vida, de esos inseparables, porque en edad temprana muchas veces es necesario encontrar a una sola persona en la cual depositar toda la confianza y apoyo. Sus familias también son cercanas porque ambos pasan casi todo el tiempo juntos, si no es en la casa de uno, en la de del otro. El tiempo los ve crecer y pronto los dos compañeros de juego y más empiezan el primer día de la secundaria.
La secundaria, la adolescencia, son como ritos de pasaje. No son escenarios, épocas, fáciles de transitar. Vienen cargadas de demasiadas cosas: demasiadas emociones, demasiadas hormonas, demasiadas miradas. Y de pronto Léo nota que el acercamiento que tiene a Rémi, que antes le parecía tan natural, ahora lo pone frente a los ojos de los demás de una manera que lo incomoda. ¿Cómo la mirada del afuera puede cambiar tanto la propia percepción? Porque que dos amigos sean cariñosos, mantengan sus rostros y sus cuerpos cerca para hablarse o mirarse siempre es visto de un modo distinto a que sean dos amigas las que lo hagan. A esos prejuicios son los que Léo no quiere, o quizás no está preparado para enfrentarse.
El director Dhont ya había demostrado mucha sensibilidad a la hora de retratar en su película anterior la difícil transición de una joven trans, escrita también junto a Angelo Tijssens, pero aquí apuesta a un tono más naturalista aún. Mucho ayuda la presencia de dos actores jóvenes que le ponen el cuerpo a sus personajes y dicen un montón con cada gesto, cada mirada con ojos brillosos o simplemente con las lágrimas que no pueden evitar derramar.
Sin poder contar mucho sobre la trama, el triángulo lo termina de conformar la madre de uno de los chicos. Ya la película nos presenta la imagen de los dos junto a ella tirados sobre el pasto: es un momento de complicidad que casi todos conocimos en nuestra vida, cuando pasamos tanto tiempo en la casa de nuestro mejor amigo o amiga y esa familia parece ser también nuestra. Todo se percibe muy natural y cotidiano. Un amigo es un hermano que elegimos para la vida.
Pero el crecimiento es doloroso y nunca es igual para todos. Y los dos amigos empiezan a distanciarse y entonces sucede algo más que no lo esperamos y al mismo tiempo lo entendemos por completo. Dhont es muy inteligente en narrar estos lazos, esta pulsión innata por sentirnos aceptados, ese miedo a ser diferente al resto, pero también el dolor por perder aquello que creíamos asegurado en nuestra vida. En la adolescencia, esa edad que lo potencia todo, uno suele creer que esos roles nos van a definir de por vida, es con el tiempo que nos vamos dando cuenta de que no era más que un proceso que nos formaría pero no de ese modo definitivo. Quizás nunca dejamos de crecer y de conocernos.
Más allá de sus momentos dramáticos, la película le escapa al golpe bajo y consigue conmover a través de gestos mínimos. La cámara siempre prefiere enfocarse en sus actores y por eso es muy importante que el elenco funcione y aquí lo hace a la perfección, en especial los jóvenes Eden Dambrine y Gustav De Waele que entregan interpretaciones sinceras y emotivas, capaces de contagiar ya sea una sonrisa o una lágrima. Es que además estamos ante una historia donde las palabras que no se dicen tiene mucho peso. Dambrine, en la piel de quien empieza a sentirse confundido y enojado, es quien más le pone el cuerpo, que incluso lo utiliza para expresarse cuando las palabras no salen.
Close es un drama hermoso y demoledor cargado de emociones. Una película que consigue conmover de manera profunda desde un lugar auténtico, sin necesidad de forzar nada. Con un comienzo de campos de flores y sol, pronto la lluvia y los cielos nublados se van apoderando de una historia en la que quizás su dos protagonistas inseparables ya no puedan continuar el mismo camino de la mano y encuentren cada uno el suyo bifurcados. Transitar las estaciones de la vida, a lo mejor de eso se trate todo.