Chaco (2018)

Crítica de Néstor Burtone - Otros Cines

Ulises de la Orden (Río arriba y Tierra adentro) tenía ganas de hacer una película sobre la problemática de los pueblos originarios del norte argentino cuando dos de sus alumnos de la ENERC vieron una manifestación en la Avenida 9 de Julio encabezada por el líder qom Félix Díaz que despertó su interés por una situación que hasta entonces desconocían. Aquel interés en común confluyó en este documental dirigido a seis manos llamado Chaco.

Estrenada en la Competencia de Derechos Humanos del BAFICI del año pasado, la película se propone alumbrar una versión de la historia nacional a partir de retazos ausentes de los relatos oficiales. Para ello cuenta con cinco hombres de distintas comunidades originarias de la zona del Gran Chaco, entre ellos el propio Díaz, que guían a los realizadores en una suerte de viaje hacia varios de los puntos nacionales más oscuros.

Hablada en qom, wichí y pilagá, entre otras lenguas autóctonas, Chaco registra los recuerdos de esos hombres que representan décadas de lucha y opresión. Diversas masacres del siglo XX –entre ellas la de la comunidad pilagá, hecho abordado en el documental de 2007 Octubre Pilagá, de Valeria Mapelman– son reconstruidas a través de animaciones de múltiples texturas, cortesía de los animadores Adrián Noé y Dante Ginevra.

Esa realidad de marginalidad, violencia y menosprecio estatal está atravesada por los ecos míticos de sus leyendas, historias plenas de misterio que ahondan la pertenencia comunal. De esa forma, Chaco es menos un documental de denuncia que uno que apuesta por darle voz a quienes no la tienen.