Chaco (2018)

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Si de reparaciones históricas nos referimos podríamos escribir muchas crónicas. Aquí, con este documental, se intenta resumir, dar una opinión y llamar a la reflexión, a un público que ignora, o no le presta la suficiente atención, a un problema que viene de hace mucho tiempo, un conflicto del que nadie quiere o tiene la valentía de hacerse cargo de solucionar, que es el desplazamiento hacia pequeñas comunidades de los aborígenes de nuestro país despojándolos de sus tierras y llevándolos a vivir indignamente.

Un trío de documentalistas, Ignacio Ragone, Juan Fernández Gebauer y Ulises de la orden, viajaron al Chaco para adentrarse al monte selvático y registrar con imágenes los padecimientos de los pueblos originarios.

Todo lo que vemos parece que ocurre en otro país. Las condiciones de indigencia, los ranchitos y taperas donde sobreviven. Son perseguidos sistemáticamente por la policía local, con órdenes del hombre blanco que no lo quiere, ni respeta. Los nativos se conforman con poco, poder cazar o recolectar algún alimento que les brinda la abundante vegetación que los rodea, pero ni eso les permite el poderoso.

Los realizadores entrevistan a líderes de distintas colectividades indígenas, quienes relatan los maltratos y agresiones periódicas infligidas por las fuerzas policiales. Para reafirmar los comentarios exhiben imágenes de archivo emitidas por distintos canales de televisión en donde protestan y marchan por las rutas de su provincia, como así también en el obelisco porteño y, como rasgo original, bajo la narración con la voz en off de J. Eli Díaz, muestran en ciertas ocasiones dibujos que retratan las luchas y peleas territoriales, que sirven para esclarecer aún más su sufrimiento.

Ellos son conscientes que no empezaron con el problema, sino que los provocaron los sucesivos gobiernos provinciales, con la anuencia del Estado Nacional, en todas las épocas. Ambas instituciones eligieron mirar hacia otro lado, como si no existiesen. Pero ahora se cansaron y comenzaron a manifestar su descontento, a alzar su voz cada vez más firme y decidida, para que sean considerados ciudadanos, como a casi todos los que habitan nuestro país.