César debe morir

Crítica de Sabina Di Marco - Cine & Medios

Shakespeare encarcelado

Incluso para presos de una cárcel de alta seguridad, el arte puede ser el camino para encontrar la libertad interior. Los hermanos Taviani muestran en este nuevo filme, que es una suerte de documental intercalado con ficción, el trabajo que realiza Favio Cavalli, que dirige un taller de teatro en la cárcel de Rebibbia, en Roma, con internos condenados por crímenes severos, incluso algunos cumpliendo cadena perpetua.
Sin embargo, si la película no optara por poner en placas esos datos, el espectador sentiría que está asistiendo a un ensayo más de una obra de Shakespeare, en este caso, “Julio César”.
Intercalando los ensayos, que se realizan en distintos ámbitos de la prisión, con la vida cotidiana, el filme resalta la íntima relación entre la obra de ficción y las vidas reales de sus intérpretes. Cómo alguna parte del texto les permite expresar cuestiones personales, o los remite a algo puntual de sus vidas.
La película comienza con una escena de la obra siendo realizada, en color, para remontarse a seis meses antes, pasando al blanco y negro, con el comienzo de los castings y los ensayos. La línea a seguir será la misma obra, cuya escena final continúa al último ensayo, permitiendo al espectador asistir a la obra por un lado, pero con la íntima observación de lo que ocurre con sus intérpretes al mismo tiempo.
El trabajo de montaje es clave para lograr esa continuidad. Considerando el hecho de que no son profesionales, las actuaciones también son verosímiles, y logran transmitir, además de la historia en sí, la alegría que viven estos reclusos a la hora de actuar.