Cartero

Crítica de Gimena Meilinger - Sin Subtítulos

Un solitario joven, en la Buenos Aires de los ´90, es el empleado del correo que da nombre a esta mezcla de drama urbano e historia triste de la vida ordinaria. La intención de Emiliano Serra en su primer largometraje, es mostrar el retorcido universo del correo en Argentina, a través de las vivencias del protagonista, quedando como resultado un ejemplo del Nuevo Cine Argentino de aquellos años.

Hernán Sosa (Tomás Raimondi) es un adorable chico de la localidad de Los Tordillos, en la provincia de Buenos Aires, que llega a Capital Federal y consigue su primer trabajo en el Correo Argentino, donde queda embelesado con sus procesos. Después de pasar por la etapa de pasante, deja la duda y queda efectivo, lo que le permite estudiar y mantenerse, que no es poco. Ahí conoce a Sánchez (Germán Da Silva), un veterano cartero que le hace conocer ese particular mundo, los códigos, la burocracia, la corrupción. Con precarias condiciones laborales donde, por ejemplo, los empleados cobran “mitad en cheque y mitad en ticket-canasta” surgen tensiones entre ellos, sobre todo por la amenaza de los pibes frente a los más antiguos, a quienes van descartando. Hernán juega ese juego y va por más.

Tomás Raimondi logra una excelente interpretación como el inocente y joven cartero que se hace un lugar en ese mundillo, lidiando con los mayores, pero también que genera empatía con sus momentos de introspección en soledad. Con un prolijo guion y buenas actuaciones, se relata el mundo del correo como algo novedoso dentro de lo cotidiano. Uno de los puntos interesantes es que es una película en una época que se da por olvidada y que Serra la trae al aquí y ahora para narrar, casi como un documental, la vida del cartero argentino de la década del ´90, ya que hoy en día esa forma de comunicación fue suplida, en su mayoría, por la llegada de Internet.

Buenos Aires se ve como un monstruo que se come al protagonista en una ruidosa soledad a la que se va acostumbrando poco a poco. Todo su pasado no importa en este presente donde los golpes se curan solos y el amor nace en formato epistolar. “Cartero” (2019) no es una película a la que el espectador se entregue fácilmente, con escenas disonantes entre ellas, con intensidades diferentes que hacen que las que no funcionen con fluidez, quedan algo anodinas en comparación. Sobre el final, se entiende que el caos es tanto social como personal. Y eso ninguna carta lo preavisa.