Capitán Fantástico

Crítica de Marianela Santillán - Proyector Fantasma

Capitán Fantástico, segundo film de Matt Ross, que pudo verse a manera de preestreno en la Semana de Cine del Festival de Cannes, nos introduce en la cotideaneidad de los Cash, una familia que habita un bosque de Estados Unidos, y cuya austera vida se basa en cultivar sus propias frutas y verduras, cazar o ejercitarse y entrenarse para sobrevivir ante cualquier situación extrema. Además de esto, pasan sus días educándose; leer y aprenden sobre literatura, filosofía, política y cuestiones más exactas como física y matemática.

Sin embargo, la rutina de la familia se ve altamente modificada cuando Leslie, la madre de dicha familia, se suicida tras largo tiempo de padecer una enfermedad. A partir de esta situación trágica, los Cash liderados por Ben (Viggo Mortensen) viajan a encontrarse con el padre de Leslie (interpretado por el gran Frank Langella), para así impedir que el funeral de la mujer no sea realizado de forma católica, y se respete su última voluntad. En dicho viaje se suceden diversos cruces culturales, a partir de las distinas cosmovisiones que las familias tienen en relación al mundo, al futuro y a la muerte misma.

Ya desde el poster del film, la éstetica del mismo nos remite inmediatamente a películas como Little Miss Sunshine (2006) o la más reciente Moonrise Kingdom (2012), y es verdad que comparte parte del espíritu aventurero y osado que éstas tuvieron. Todo esto se evidencia aún más, a través de los juegos de colores que se contraponen al exhibir las dos “realidades” por las que pasan los Cash, y las emociones que cada una de estas situaciones genera. Aplausos aparte para Viggo Mortensen, quien está presente en la gran mayoría de las escenas, y que brinda una de las mejores performances de su vida.

Si bien Capitán Fantástico se presenta inicialmente como una crítica a distintas ideas del capitalismo, del mantenimiento del planeta y del sistema educativo americano tradicional, pero a medida que el relato transcurre, nos damos cuenta que el film de Matt Ross no busca generar una bajada de línea o plantear un mensaje político – aunque hay muchas referencias sobre la izquierda-, sino que intenta generar reflexión y cuestionar muchas situaciones o formas de afrontar nuestra actualidad.