Candyman

Crítica de Paula Caffaro - CineramaPlus+

CANDYMAN: EL MITO AÚN VIVE

El desafío está propuesto. ¿Te animas a repetir cinco veces su nombre? Yo no. En los noventa Candyman fue popular por llevar a la pantalla grande una versión terrorífica de uno de los miedos más aterradores: perder la razón y transformarse en alguien completamente desconocido. Hoy, la versión de Nia DaCosta redobla la apuesta y junto al aclamado Jordan Peele ofrecen una Candyman profunda, consiente de mostrar una realidad social y preocupada por no descuidar ni un solo frame de la puesta en escena.

Antonhy McCoy (Yahya Abdul-Mateen II) es un artista plástico que está a punto de emprender una nueva serie. Sin un tema preciso que abordar, comienza una etapa de investigación inspirado por el relato que compartió Troy (Nathan Stewart-Jarrett) el hermano de Brianna (Teyonah Parris), su pareja. La historia de Troy cuenta acerca del mito que rodea el actual barrio que habitan, escenario de una verdadera tragedia del pasado en la que un bebe fue salvado del sacrificio y un extraño hombre con un garfio acosa a niños entregándoles dulces con navajas. Así se instala el mito y a través de las generaciones comienza a prohibirse repetir la palabra “Candyman” en alusión a aquel hombre.

La ruta de la investigación lleva a Antonhy a visitar el actual lugar donde ocurrieron los hechos y es accidentalmente picado por una abeja. Evento que marca el inicio de su calvario. A partir de ese momento todo cambia y junto con la degradación de su cuerpo, su mente comienza a ser poseída. Antonhy deja ir su ser al punto de transformarse en alguien completamente desconocido. ¿Quién es ahora? Y ¿Qué quiere? Así, la investigación artística deviene en un derrotero de introspección personal en la que descubre algunos datos de su pasado que resignifican su presente. A la vez que lo convierten en el vehículo del mal.

Durante su transformación presenta parte de su obra llamada “Di mi nombre”, una instalación de sitio que consta de un espejo que al abrirse revela el detrás de escena de una realidad: ¿qué hay detrás de nuestro reflejo? Para Anothony, el horror de lo desconocido. Pero para que el resto de los visitantes lo descubra deberán repetir cinco veces Candyman y esperar. ¿Será Antonhy consiente de lo que está proponiendo?

Candyman es una película de terror que en su nueva versión reinterpreta el mito y lo transforma en denuncia social a través de la sutil, pero profunda mirada sobre el racismo y la exclusión que, aún hoy en 2021, sufre la comunidad negra. Candyman es, además, una visión interesante sobre el mundillo del arte y deja relucir algunas prácticas muy típicas del área, así como el desempeño de cada integrante que la compone: el artista genio, la curadora buscada solo por los artistas que maneja y no por su talento, los dueños de galerías y los otros artistas que aún no despegan, entre otras figuras.

Desde el punto de vista audiovisual, la propuesta de Nina DaCosta es bella en términos de imagen. Una puesta en escena refinada que propone una paleta neutra y elegante que resalta gracias a encuadres que tienden a la simetría con leves virajes hacia los extremos que descolocan al espectador justo en el momento preciso. Es también para destacar la banda sonora que con una fuerza impresionante no llama la atención, sino que colabora en destacar los momentos de tensión y suspense. Sin dudas, Candyman es una muy buena opción para dejarse llevar por el relato de una película que además de asustar propone una reflexión.