Candomberos de dos orillas

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

Este documental uruguayo escrito y dirigido por Ernesto Gut intenta desentrañar el origen del candombe, que surge en Montevideo. El film comienza en Buenos Aires, porque gran parte ahora radica en los barrios de San Telmo y la Boca. Pero la historia comienza del otro lado del río de la Plata, en el país más pequeño de América del Sur.
Un ritmo que desprende alegría tiene unos orígenes diferentes a los que uno podría suponer sin conocimiento previo. Una investigadora lo remarca bien clarito, surge desde una historia terrible como un grito de liberación por parte de la raza negra. El film apuesta a un estilo de narración bastante clásica.
Hay testimonios de músicos a cámara y luego imágenes en las calles de gente disfrutando de la música. En un solo momento entra en juego una secuencia animada, pero durante la mayor parte del relato no desprende mucha inspiración. Lo cierto es que "Candomberos de dos orillas" es una película que podría interesarle antes que nada a quien aprecie ese estilo musical y sienta curiosidad por saber más al respecto.
Pero no logra atrapar, como sí sucede con tantos buenos documentales, a quien entra desde un lugar ajeno. En algunas escenas se nos muestra a alguien que con indudable pasión habla no sólo sobre tocar el tambor, sino enseñarlo.
“Para tocar el tambor hay que sentirlo. Pero enseñar el tambor es algo muy serio porque están enseñando a alguien que toque tu cultura”. Y luego vemos a otra persona explicando cómo se construyen esos instrumentos. Largas secuencias que no logran generar un interés mayor. Un film al que le falta, curiosamente, ritmo.
Pasada más de la mitad de la película se retorna a Buenos Aires, a una actualidad donde no hay prácticamente negros, pero el candombe sirve como motivo para cualquier reunión o festejo. A la larga, "Candomberos de dos orillas" es una película que narra nacimiento y crecimiento del candombe y la actualidad en Buenos Aires.
Un documental poco inspirado que atraerá principalmente a los amantes del estilo musical, pero que no cuenta con mayor atractivo para quien se encuentra afuera. Sí funciona en dejar en evidencia que a veces lo que resulta alegre tiene orígenes en contraposición.