El documental como retrato mecánico de la realidad, al estilo de los hermanos Lumière pero con bastante más tecnología, es lo que explotaron Alejandro Cohen Arazi y José Binetti para esta obra que tiene momentos de Mad Max, National Geographic y mucho de búsqueda de los personajes elegidos para contar la historia de Médanos, una salina que sigue trabajando pero que está en decadencia.Quizá por eso mismo, por el deterioro que sufren los hombres y sus herramientas en un páramo tan hostil es esa palabra "cáncer" del título.
Vamos a experimentar lo que es vivir un trabajo en y con la naturaleza, un ecosistema forjado para la subsistencia de los que allí se criaron y no quieren dejar el pago y por otro, gente que llega de la ciudad para buscar la tranquilidad, como uno de los administrativos que vuelve cada tanto a la Capital para ver algún espectáculo en el Colón mas recuperó su gusto por la lectura en la tranquilidad de la salina.
Los que se adaptan, están en el tratamiento que les impone la realidad, los que no, sobre todo los niños que algún día serán jóvenes, no se sabe si quedarán allí o se mudarán a un pueblo o ciudad con más movimiento. La preocupación de los que no quieren abandonar su casa, sus cosas, la rutina o el silencio del campo.
Los separadores entre historias se dedican a la macrofilmación acercándose tanto como pueden a insectos, batracios, bestias nocturnas asechadas por un cazador y un pobre loro que no tiene tanta suerte. También el paisaje en las distintas estaciones es un telón de fondo que combinado con la música de Binetti (un pampeano que se recibió en el ISER y es músico, iluminador y guionista) llegan a atrapar el ojo de un espectador que se meterá en esta historia y querrá ver qué más puede descubrir.
Por ahora, se estrena, después de un recorrido interesante por varios festivales como el de Melbourne, Australia; en Alemania, en Nueva York, EE.UU., en China y estrenada en el país de los realizadores durante el BAFICI de 2015.
Miren si tardó tiempo en hacer pie en la pantalla grande. Lo cierto es que no es para un público masivo, pero, de vez en cuando, vale la pena encontrarse con estas joyas, a las que le falta un poco de pulido, que tienen mucho de experimentación y que nos muestran la calidad de muchos jóvenes que tienen futuro dentro de la producción autóctona.