Camino a La Paz

Crítica de Regina Fallangi - Cine & Medios

Road movie en el altiplano

¿A quién no le ha pasado? Mudarse a una casa nueva y recibir llamados para el dueño anterior. Muchos llamados.
Eso es lo que les sucede a Sebastián (Rodrigo de la Serna) y a su novia al comienzo de esta historia, reciben decenas de llamados para la remisería que antes funcionaba en el lugar.
Sebastián es un rolinga desempleado fan de Vox Dei, de esos con campera de jean, tomador de cerveza y con muchos amigos; y su novia es una empleada responsable, que luego de la casa nueva todo lo que quiere es un bebé, algo imposible de conseguir con un novio irresponsable.
Las llamadas equivocadas continúan, hasta que un día, cansado, Sebas decide seguir el juego y convertirse en remisero al mando del cuidado y adorado Peugeot 505 que heredó de su padre.
En su nueva ocupación conoce a Jalil (Ernesto Suárez), un anciano musulmán con varios problemas de salud, al que lleva y trae del hospital. Luego de un par de recorridos en los que no parecen tolerarse demasiado, y solo vemos las diferencias que hay entre ambos, Jalil le propone que lo lleve en un largo viaje hasta La Paz, Bolivia, donde debe encontrarse con su hermano.
Debido a su salud Jalil solo puede viajar en auto, con varias paradas y una ruta muy específica, lo que hace el viaje aún más molesto para Sebastián, pero ante las dificultades económicas que atraviesa decide aceptar.
Así comienza esta road movie donde en el estrecho espacio de un auto los protagonistas se conocen, se comprenden, se encariñan uno con el otro y atraviesan juntos un camino lleno de buenas experiencias y también de muchas complicaciones. Donde por momentos Jalil se convertirá en el padre que a Sebastián le faltó, y Sebastián en el hijo que Jalil no tuvo.
Uno llegando al final de su camino y el otro animándose a empezar, construyen una historia simple, agarrando la ruta sobre un camino seguro con situaciones creíbles, con las que el publico en general podrá conmoverse sin caer en sentimentalismos y con momentos de humor para distenderse y reirse un rato.
Tan seguro es el camino que por momentos la historia pierde ritmo y se hace un poco larga, pero es bien llevada gracias al buen trabajo de los compañeros de ruta, especialmente de Ernesto Suárez que compone un personaje sobrio, tranquilo, un hombre que ya está de vuelta, mientras que Rodrigo de la Serna interpreta un personaje bastante similar a otros que ya ha hecho, un pibe ansioso, sensible tratando de encontrarse a si mismo.
Se trata de una road movie clásica, adaptada a estas tierras, con personajes sólidos que crecen durante la historia, con buena música, buena fotografía, y una historia disfrutable.