Camino a La Paz

Crítica de Iván San Martín - Cinergia

Un viaje espiritual

El género de Road Movie es uno de los más nuevos que ha dado el cine, aunque mucho antes hubo ciertas películas que coinciden con esta descripción: el término fue recién acuñado en la década de 1960 cuando Russ Mayer puso a mujeres a viajar por la carretera, la más popular fue Faster, Pussycat! Kill! Kill! (Russ Mayer, 1965), cambiando el tono Easy Rider (Dennis Hopper, 1969). En los 70´ hubo un crecimiento y Vanishing Point (Richard C. Sarafian, 1971) introdujo en la cultura popular a Kowalski; también en 1971 Duel fue la primera película de un director por entonces desconocido llamado Steven Spielberg; desde Australia, introduciendo una nueva variante llegó la “Road Movie apocalíptica” con Mad Max (George Miller, 1979), sus dos secuelas en la década del ochenta y una secuela/remake/reboot del año pasado con Mad Max Fury Road (George Miller, 2015). En los 80´en USA se mezclaron con la comedia en National Lampoon's Vacation (Harold Ramis, 1983) o Planes, Trains and Automobiles (John Hughes, 1987) con Steve Martin y John Candy. La década del 90´ tuvo títulos como Wild At Heart (David Lynch, 1990), Thelma&Louise (Ridley Scott 1991), Kalifornia (Dominic Senna, 1993), David Lynch volvería al género con The Straight Story (1994) y Oliver Stone mostró las andanzas de Mickey y Mallory en Natural Born Killers (1994).
En Argentina es menor la cantidad de “Películas de carretera” que se han filmado, pero en el 2015 se pudieron ver tres y muy diferentes entre sí: Refugiado (Diego Lerman) donde el eje está puesto en la huída de una mujer que sufre el calvario de la violencia de género; Pistas para volver a casa (Jazmín Stuart) es una película sobre las relaciones familiares pero que se sitúa en la comedia dramática; y Yarará (Sebastian Sarquis) un docu-ficción donde el director revive una película dirigida por su padre.
La primera semana del 2016 trae el estreno de Camino a la Paz, en este caso Sebastián (Rodrigo de la Serna) es un joven desempleado recién casado con Jazmín (Elisa Carricajo) que aprovecha un error para empezar a trabajar de remisero con un Peugeot 505 “todo original” heredado de su padre. Entre los habituales clientes se encuentra Jalil (Ernesto Suárez) un anciano musulmán que le ofrece una importante suma de dinero si acepta llevarlo a La Paz en Bolivia. Durante la travesía surgirán obstáculos que los hombres tendrán que sortear y que pondrán en duda la llegada al país vecino.
Francisco Varone escribe y dirige su ópera prima donde el choque cultural está presente en todo el relato, además conjuga las dosis justa de comedia y emotividad sin llegar al recurso del golpe bajo que tantas veces termina sobresaliendo por sobre la historia.
La química entre De la Serna y Suárez es muy buena, lo que garantiza que la relación de los personajes pase por todos los estados que tiene que pasar sin notarse forzado ni poco creíble, un buen acierto a la hora de elegir el elenco.
La fotografía de Christian Cottet acompaña muy bien el viaje y muestra las imágenes de las rutas argentinas y los paisajes del norte de buena manera, una fotografía simple que no busca perderse en pretensiones estéticas por demás, lo que termina siendo otro acierto.

Camino a la Paz es un relato de road movie clásico, una historia pequeña donde no hay otro objetivo para los personajes más que llegar y superar las barreras del camino, una película entretenida que no aburre en sus 94 minutos de duración.