Camino a La Paz

Crítica de Federico Cobreros - Alta Peli

Camino a la Paz es una road movie y opera prima de Francisco Varone. Con Rodrigo de la Serna como protagonista siempre existe la promesa de que estamos ante una buena película. ¿Alcanzará para llegar a buen puerto?

Rock n’ roll y nada más

Sebastian, es un roquerito, vago, desempleado, que por alguna extraña razón está de novio con una piba oficinista, detallista y tranquila. Primera pareja despareja de la historia. Deciden mudarse y Sebastian elige su nuevo hogar solo basándose en que este tiene una parrilla. Su novia tan solo quiere un hijo, pero Sebastian está muy lejos de una responsabilidad como esa. De hecho está lejos de cualquier tipo de responsabilidad.

Por otra parte el teléfono de este nuevo hogar no para de sonar, con gente llamando a una remisería que evidentemente supo funcionar allí en algún tiempo pasado. Tras varios chistes y gastadas telefónicas, la situación de la pareja tendrá un giro cuando echen del trabajo a su novia y ambos se encuentren desempleados. Por necesidad, Sebastian comenzará a utilizar su amado Peugeot 505 como remis, aprovechando la confusión de la gente que todavía llama al teléfono. En uno de estos viajes conocerá a Jalil.

La fuerza en Kioto, la destreza en Kuwen, pero la Paz… se encuentra en Bolivia

Jalil es la contraparte de la pareja despareja protagonista de la película. Un anciano musulmán, que en cierto modo se encariña con Sebastian y le pide que lo lleve a un viaje a La Paz. Apretado económicamente, Sebastian accede a la eterna travesía en auto desde Buenos Aires hasta Bolivia.

Como toda road movie, el habitáculo de un auto no solo estrecha los espacios, si no que también las relaciones y los vínculos. Pasarán cosas realmente graciosas, algunas otras conmovedoras. sin jamás pegar un golpe bajo, y ese es el mérito de Varone y su Camino a La Paz. La relación despareja entre entre las parejas y como empieza a modificarse, sobre todo desde el lugar de un perdido Sebastian, que comienza de a poco a encontrar su rumbo, es el lo más destacado de la película.

Un árabe mendocino

Ante la pregunta de Sebastian sobre si Jalil es árabe, este responde con sobriedad que no, que es mendocino. Esa es la tesitura de la ironía que maneja Jalil con un perdido y atolondrado Sebastian. Con quien irá estrechando un lazo lleno de ternura, respeto y compresión mutua. Rodrigo de la Serna se luce en un papel que realmente le sienta muy bien. Comienza quizás en su zona de confort, con ese roquerito medio animaloide, y va progresando a una persona sensible y llena de ternura. Ernesto Suarez compone a Jalil con maestria y frescura. Equilibrando de manera perfecta al Sebastian de De la Serna. La pareja fluye, se ve orgánica y sobre todo se siente autentica.

Conclusión

Como todo viaje largo, lo importante no es el destino si no lo que sucede en transito. Camino a la Paz es realmente una película con una sensibilidad y humildad admirable. Como sucedió en el festival pasado con Pistas Para Volver a Casa de Jazmin Stuart, Francisco Varone instala una road movie con momentos memorables, amenos y realmente emotivos. Y como ya dije antes, sin apelar a ningún golpe bajo. Aunque Jalil aparenta ser el personaje más frágil de la película, es Sebastian quien estalla en mil pedazos para de a poco comenzar a juntarse a si mismo. Le agradezco a Varone la oportunidad que me dio de poder ser testigo de esta historia.