Cambio de planes

Crítica de Diego Papic - Clarín

Una conjunción para la lágrima

En Cambio de planes se cruzan dos subgéneros que si por separado pueden dar lugar a golpes bajos y llanto fácil, juntos son dinamita: por un lado el tópico del chico con cáncer que le enseña a vivir a un adulto, por el otro el cuento de Navidad. Si bien el director y guionista Paco Arango logra un equilibrio de emoción, sensibilidad y humor difícil de lograr con semejante materia prima, el resultado no deja de ser una comedia liviana de argumento lábil, dirección torpe y moraleja confusa.

Manolo (Diego Peretti) no está feliz con su vida. Aunque no tiene ningún problema concreto, la relación con su mujer (Aitana Sánchez-Gijón) y sus dos hijos no es la mejor. Un golpe en la cabeza lo lleva al hospital, en donde conoce a Antonio (Andoni Hernández), un chico enfermo de cáncer, simpático y despierto, hijo de Mari Luz (Goya Toledo, nominada al Goya por este papel), madre soltera. La relación entre Manolo y Antonio se irá profundizando hasta desembocar en una cena de Nochebuena que será bisagra en el vínculo de Manolo con su familia.

La historia fluye a los ponchazos, caprichosa y con demasiadas casualidades -Manolo se cruza a Antonio por azar no una sino dos veces en las calles de Madrid-. El desarrollo de los personajes no está trabajado, sobre todo el de Manolo, columna vertebral de la película: pasa de ser infeliz a ser feliz sin motivo claro y la influencia que ejerce sobre él Antonio no es más que testimonial. El momento clave de la película -el de la cena de Nochebuena- se resuelve con una secuencia de montaje superficial y las subtramas se cierran a los apurones.

El timing de los diálogos muchas veces falla y los actores tienen que apelar a su oficio para sacar adelante las escenas. Algunos lo logran: Peretti hace de taquito al atribulado Manolo, Andoni Hernández interpreta a su Antonio con soltura y simpatía -aunque tal vez algo monótonamente-, pero otros no salen tan airosos. En ese rubro están las inexplicables presencias de Jorge García (el gordo Hurley, de la serie Lost) con un pésimo español y Laura Esquivel en dos escenas para el olvido.

Cambio de planes evita con éxito los vicios de las películas que abordan un tema tan delicado como el cáncer infantil, pero cae en otros, no menos graves.