Café Society

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Un joven llega al Hollywood de los años 30 para trabajar en la industria del cine, se relaciona con su tío, un productor poderoso, y se enamora de su secretaria. La película 47 de Woody Allen vuelve a desplegar sus obsesiones con gracia y maestría.

En la nueva película de Woody Allen, ambientada en la década del treinta, se vuelven a desplegar las obsesiones personales del realizador, como el mundo del cine, el jazz y los complicados vínculos que se generan entre los personajes.

Café Society cuenta la historia del joven Bobby Dorfman -Jesse Eisenberg-, quien abandona Nueva York para trasladarse a Los Angeles en busca de trabajo. Por recomendación de su madre, llega a la lujosa oficina de su tío, el poderoso empresario y productor cinematográfico Phil Stern -Steve Carrell- y se termina enamorando perdidamente de Vonnie -Kristen Stewart-, su secretaria.

Con este esquema y colocando el contraste de realidades, como la familia judía trabajadora de Bronx y el esplendor de Hollywood con sus ambientes fastuosos, se desarrolla esta comedia dramática que instala a una mujer -nuevamente una impecable Stewart, la actriz de la saga Crepúsculo- en el centro de las miradas y los corazones de dos hombres que se la disputan.

No faltarán las vinculaciones de la familia neoyorquina con la mafia -la aparición del tío Ben, rol a cargo de Corey Stoll- y los cadáveres que serán sepultados bajo kilos de cemento. La cuota sexy y fresca la lleva la ascendente Blake Lively -recientemente vista en Miedo profundo- y el vecino molesto que será "atendido" a su debido momento.

Café Society define el espíritu de una época y el cine de Allen vuelve a brillar con la maestría de siempre a partir de una historia sencilla, disfrutable de principio y fin, y plasmada en la excelente fotografía de Vittorio Storaro -Apocalypsis Now, El último Emperador-.

El film 47 de Allen despliega una vez más sus preocupaciones -Bobby funciona como el alter-ego del realizador- y se pasea cómodamente por la elegancia de un entorno ocupado en hacer negocios, lograr contratos millonarios y hablar con estrellas, mientras el amor se asoma e instala su cuota amarga en los minutos finales.