Cacería macabra

Crítica de Cristian Cárdenas - Cinematiko

Justo cuando uno empieza a desencantarse y mirar con mala cara al género de terror. Justo cuando uno espera otra decepción, por suerte aparecen pequeñas gemas como Cacería macabra para renovar la fe en este tipo de películas. El film de Adam Wingard, quien formó parte de la vuelta de tuerca a las películas con “found footage” en Las crónicas del miedo 1 y 2, inyecta aire fresco al género con una historia ágil, personajes interesantes, humor negro y, sobre todo, muertes muy creativas. De esta manera logra un relato excitante y entretenido el cual no tenemos ganas de perder de vista en ningún momento y termina por redondear el mejor exponente del género en lo que va del año.

La primera escena de Cacería macabra plantea el tono de lo que vendrá a continuación: un misterioso hombre, con el rostro cubierto por una máscara de oveja, asesina a sangre fría a una pareja y deja el título original del film (You’re Next) escrito con sangre en un vidrio. Esta escena de apertura también podría tomarse como homenaje a Scream, ya que resulta muy parecida a esas con las que Wes Craven solía abrir cada nuevo capítulo de la saga. Acto seguido, vemos como Crispian Davison (A.J. Bowen) y su novia Erin (Sharni Vinson) se dirigen hacia una casa de campo con motivo de festejar el 30mo. aniversario de casados de los padres de él. Incluso Crispian desliza un comentario sobre su familia al reconocer que son “algo extraños” sin saber el horror y la masacre que les espera a muchos de ellos.

Más tarde, luego de las presentaciones de rigor respecto a nuevas novias y demás cuestiones, surgen rispideces entre los miembros de la familia a la hora de la cena. Pero la acalorada discusión se corta cuando uno de los invitados resulta asesinado de un flechazo. Por un instante todo es confusión hasta que Erin, nuestra heroína, toma control de la situación y logra llevar al resto de los comensales a un lugar seguro, al menos por un rato. Es en ese momento que la familia toma conciencia de que está a merced de un asesino (quizás más de uno) y que, por su forma de actuar, saben que nada se ha dejado al azar: la casa está ubicada lejos de toda civilización y las comunicaciones con el mundo exterior han sido cortadas.

Ya mencionamos que Wingard le imprime mucho ritmo a la historia, pero también cabe destacar lo realista que resulta el escenario (al menos lo más realista posible para tratarse de una obra de ficción). Como dijimos, la casa está en medio de la nada. No hay vecinos a los que acudir y las comunicaciones para pedir auxilio no son una opción, dejando a la familia totalmente aislada y a merced de los asesinos. A esto hay que agregarle una casa (casi un personaje más) con grandes ventanales que crean puntos francos de tiro desde virtualmente cualquier lugar. Además, ni los personajes ni los espectadores saben a ciencia cierta cuántos psicópatas hay ahí afuera esperando a matarlos, una buena jugada desde lo narrativo ya que el público irá atando cabos al mismo tiempo que los personajes y jamás le da ventaja al espectador en cuanto a ese aspecto.

Otro punto clave para hacer creíble a la historia reside en el personaje de Erin (Sharni Vinson). Esta no es la típica chica que logra escapar del asesino por medio de un golpe o patada circunstancial, o por simple obra y gracia de la suerte: el guión la plantea como una sobreviviente nata (cosa que se encarga de explicitar en el diálogo). De esta manera se rompe cierto paradigma del género y sabemos que todo lo que vemos no es producto de la casualidad sino de la experiencia de vida de Erin. Y por sobre todo, esos condimentos hacen que nos importe el bienestar del personaje y que se destaque del montón.

Wingard también aprovecha para jugar con los clichés del género utilizándolos a favor de la historia al transformarlos en humor y hasta por momentos no tomándose demasiado en serio lo que allí sucede. Por otro lado, organiza las escenas de masacre con gran oficio hasta llegar a la que será una de las muertes más memorables de los próximos años sobre la cuál solo adelantaré que involucra un electrodoméstico. Por último, incluye un interesante giro de trama que agarrará desprevenido a más de uno y a partir de allí cambiará toda nuestra percepción de la historia. Pero lo interesante es que esa gran revelación sucede bastante tiempo antes del final y aún así la película jamás pierde fuerza en lo absorbente que es el relato.

Cacería macabra es la mezcla perfecta de terror, acción y gore con un toque de humor negro para aliviar, aunque más no sea, tanta matanza. Jamás comete el pecado mortal de sobreexplicar lo que sucede ni dar detalles innecesarios y cuenta con una brillante actuación de la australiana Sharni Vinson, su heroína y principal protagonista. Sin dudas la mejor película de terror en lo que va del año. Apareció en el momento justo, para renovar mi fe en el género.