Buenos vecinos 2

Crítica de Matias Seoane - Alta Peli

Repitiendo elenco, director y guión se estrena la comedia Buenos Vecinos 2, que vuelve a enfrentar al joven matrimonio con la fraternidad que se instala en la casa de al lado para no dejarlos dormir tranquilos.

1938

Después de deshacerse de la fraternidad de la casa de al lado, los Radner (Seth Rogen y Rose Byrne) creyeron que haber conquistado la paz que tanto querían para ver crecer a su pequeña hija en paz. Pero la vida no es mas que cambio y Stella aún no empieza a hablar cuando descubren que una segunda criatura está en camino, por lo que deciden que es el momento perfecto para emigrar hacia los suburbios como siguiente escalón obligado del american dream.

Al mismo tiempo la adolescente Shelby (Chloë Grace Moretz) vive la emoción de la independencia en sus primeros días en la universidad, decidida a revertir la escasez de amigas que padeció durante la escuela pero resulta inmediatamente decepcionada al descubrir que las fraternidades de mujeres tienen prohibido organizar fiestas y no tienen otra alternativa que acudir a las que organizan sus compañeros varones. Le lleva pocos minutos en la primera fiesta convencerse no sólo que esa clase de fiestas le aburren sino también que la repugna el ambiente sexista en que se producen, con las fraternidades masculinas fijando las reglas sin necesidad de considerar a sus compañeras mujeres como algo más que un objeto de deseo. Pero al menos no está sola en el sentimiento y huye del lugar con dos nuevas amigas con las que esa misma noche deciden organizar su propia fraternidad con juegos de azar y muj fuera de las reglas establecidas para poder hacer divertirse bajo sus propios términos.

Como tercer eje de la historia en Buenos Vecinos 2, el grupo principal de antagonistas de la primera película encabezados por Teddy (Zac Efron) se reúnen para jugar a las cartas y ponerse al día sobre sus vidas, una charla que a los pocos minutos deja en claro que el antiguo líder es el único que no supo hacer la transición hacia la adultez y seguir adelante con su vida, algo que también se vuelve más difícil por los antecedentes penales que le quedaron por los incidentes de la primera entrega. Cuando toma conciencia de que el mundo avanza sin él, su reacción no es cambiar de actitud sino ofrecer sus conocimientos a las novatas estudiantes que pretenden montar su nueva fraternidad en la misma casa donde él lo hizo años antes, un poco para intentar mantenerse adolescente pero también para vengarse de los Radner a quienes acusa de su prontuario.

Recalentado al microondas
Los lazos con la entrega anterior son tan fuertes que es imposible hablar de una sin la otra, mantiene la misma estructura y varios de los puntos claves de la historia parecen ser los mismos un poco maquillados, pero junto con el aumento de presupuesto todos los personajes parecen haber recibido además una dosis extra de estupidez que los caricaturiza incluso más que antes y no necesariamente para mejor. Una vez más el tema principal de la película es el choque generacional entre los vecinos pero lo que antes servía para hablar de todo lo que implica la transición hacia la adultez desde dos posiciones muy cercanas a la frontera, esta vez la diferencia de edad entre los vecinos es más notoria y cada vecino está en una posición más asentada en su extremo, con Teddy en un punto intermedio donde aunque sigue teniendo como única meta una búsqueda hedonista de diversión, a la vez descubre con espanto que tiene tan poco en común con Shelly como supo tener en su momento con los Radner. No comparten códigos y están dispuestas a cruzar límites que el no cruzaría, pero por sobre todo no lo respetan ni lo escuchan como él estuvo acostumbrado cuando era el líder de la manada, expulsándolo del grupo cuando sienten que ya no tiene nada que enseñarles y causando un infantil cambio de bando para aliarse con sus antiguos enemigos. Nadie espera interpretaciones shakesperianas (o que Seth Rogen no haga el mismo personaje de siempre) ni un guión a prueba de balas, pero Buenos Vecinos 2 está un poco lejos incluso de los estándares flexibles que se le aplican. Los giros de la historia no tienen mucha lógica y todas las actuaciones son acartonadas, todo perdonable si no fuera porque muy pocas situaciones son realmente cómicas como para justificar la chatura del resto y el principal motivo para ese desbalance puede ser justamente algo que no le sale particularmente mal, porque como ya lo hizo antes pretende no quedarse en una sucesión de gags sin al menos deslizar un par de ideas más serias sobre como funciona la sociedad en la que está inserta. Lo que falla en todo caso es no lograr incluir esos conceptos sin que se deshaga la comedia.

La cultura de las fraternidades nos es muy ajena a nosotros, pero recibimos tantas películas con ese tema que a la fuerza tenemos incorporado el estereotipos de jóvenes que abandonan el hogar con más intenciones de irse de fiesta que estudiar y son capaces de soportar cualquier humillación con tal de ser aceptados por un grupo de referencia. Buenos Vecinos 2 vuelve a hablar de esa necesidad de rebeldía inocua y tolerada por los adultos que no va más lejos que un par de fiestas sin realmente replantearse nada, pero también incorpora una crítica al sexismo latente en ese entorno con más sutileza y éxito de lo que parece a simple vista, tan sutil que unos cuantos que añoran la versión ochentosa de este humor lo entendieron a medias y salieron a expresar su indignación por lo que consideraron “propaganda feminista”, aunque probablemente su mayor indignación fuera porque esperaban ver unos cuantos centímetros de piel de la ya crecida Hit-Girl y terminaron con una sobredosis de abdominales de Zac Efron.

Conclusión
Nadie va a ver Buenos Vecinos 2 por accidente. Si disfrutaron la primera es probable que disfruten la segunda porque es básicamente lo mismo con un cambio de género en las antagonistas. Y si el humor de la primera no es lo tuyo, no hace falta que nadie te avise que no hay ninguna necesidad de ver la segunda.