Brightburn: hijo de la oscuridad

Crítica de Sofía Valva - Es la cuarta pared

“Brightburn”, dirigido por David Yarovesky, es un film de terror/ciencia ficción que nos muestra cómo es ser el hijo de la oscuridad. Además, un dato importante para mencionar, es que el guión está a cargo de los hermanos Gunn, quienes ya nos deleitaron con “Guardianes de la galaxia”.

Una pareja que busca ser padres, de la nada escuchan cómo algo cae del cielo. Al acercarse a ver, se encuentran con un bebé al que crían como si fuera suyo pero no saben de dónde proviene y tampoco nunca averiguaron.

Pasado el tiempo, Brandon (Jackson Dunn) ya es casi un adolescente y comienza a sentirse extraño. Hace cosas malas y no entiende de dónde provienen, como si alguien lo manejara por dentro. Su madre, Tori (Elizabeth Banks), empieza a notar ese comportamiento extraño pero se niega a pensar lo peor hasta que varia muertes empiezan a ocurrir en este pequeño pueblo, funcionando como desencadenante de la trama.

Dunn cumple con transmitir la maldad al espectador pero más con actos que con otro aspecto. Es por eso que el personaje se quedó corto al ser tan serio y callado porque de no ser así le hubiera aportado más arraigue a lo que hace con lo que él es. En cuanto a Banks y Denman, ambos lograron un papel correcto, sólo acompañando al protagonista ya que básicamente no aportan otras características importantes que infieren en el personaje principal.

Los momentos cruciales de la película estuvieron muy bien acompañados de los efectos especiales, lo cual fue uno de los aspectos más esperados. Además, desde la dirección se respeta que los efectos no sean exagerado porque sino hubiera sido todo muy desigual.

La trama de “Brightburn” debería haber tenido más despliegue y más historia, ya que se mantuvo todo muy simple y lineal, aunque no deja de ser una opción a la hora de elegir una película para disfrutar con pochoclo en mano.