Brightburn: hijo de la oscuridad

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Cómo el revés que el espejo devuelve de una imagen, podemos dejar de lado la venta que la distribuidora local está haciendo de “Brightburn: El Hijo de la oscuridad” (2019), anclada en el terror, para centrarnos en su relectura de uno de los comics más importantes de la historia: SUPERMAN.
El superhéroe más luminoso, en contraposición a Batman, por ejemplo, ha tenido una larga vida en el mundo del entretenimiento gracias a sus posibilidades de exploración como hombre poderoso que llega del espacio.
A las películas le siguieron una serie de productos como dibujos animados, programas de televisión, y en todos los casos, en el arranque se narraba la llegada y posterior crecimiento en medio de contextos “naturales”, del ser del espacio exterior y su adaptación al planeta Tierra.
Con ese punto de partida David Yaroevsky se pone tras las cámaras de esta historia creada y producida por James y Mark Gunn, los mismos de “Guardianes de la galaxia” quienes repasan lo mejor del cine de género de los últimos tiempos, con esas narraciones centradas en jóvenes o niños con poderes y capacidades diferentes y que en determinado momento terminan por revelar su identidad ante el mundo.
En la habilidad por inventar un nuevo género, “Brightburn: El Hijo de la oscuridad” avanza a paso seguro en la delgada línea que puede hacer tambalear una propuesta y descartarla desde el incio, o, la de potenciar ideas para replantear géneros y estilos cinematográficos.
En la historia de Brandon y sus padres, y cómo de un día para otro un oscuro secreto del pasado comienza a transformar la realidad del pequeño pueblo en el que viven hay rastros de "Superman", pero también de "Carrie", y mezclando la llegada de un ser del espacio exterior y la decisión de encaminarse por un cauce que no es el esperado, Yaroevsky termina por construir un nuevo género, el del origen de un héroes, o antihéroe, ya se verá, con dosis de slasher, terrór, misterio y mucha fantasía.
Muchas han sido las historias, más allá del hombre que llegó de Krypton, que supieron asociar seres del espacio exterior y familias que terminan adoptándolos a expensas de que el secreto pueda implosionar tiempo después.
La principal habilidad de “Brightburn: El Hijo de la oscuridad”, además de reposarse en las logradas interpretaciones del trío protagónico (Elizabeth Banks, David Denman, Jackson A. Dunn –talentosisimo, a tener en cuenta y seguir su carrera-), es la de posibilitar la inmersión inmediata en el universo que propone y crea.
Como película de género ejerce una fuerza totalizadora que respeta al espectador, lo hace parte del relato (siempre va a saber más que los protagonistas) y juega con él con los límites de la tolerancia en materia de niñohaciendosusmaldades y las posibles lecturas que de esto se puedan hacer, imponiendo una mirada distinta de los comics, a quienes debe sus inspiración, e inventando géneros.