Brightburn: hijo de la oscuridad

Crítica de Luciano Mezher - Visión del cine

Del productor James Gunn (Guardianes de la Galaxia) llega Brightburn: hijo de la oscuridad dirigida por David Yarovesky.
Tori y Kyle Breyer viven en una casa rural cuando cae una nave en su campo. Dentro encuentran un bebe, al cual deciden criar y llamarlo Brandon.

El chico crece y a los doce años comienza a cuestionarse su verdadera identidad que ha sido oculta por sus padres adoptivos. Mientras que descubre nuevos poderes ¿que pasaría si en vez de convertirse en un héroe estuviera destinado a algo más siniestro? Con esta pregunta y premisa se arma Brightburn: hijo de la oscuridad.

Brian y Mark Gunn (hermano y primo, respectivamente, del productor) escriben esta idea retorcida de un Superman maligno, algo que se ha visto en algunas versiones del cómic de DC. Las similitudes con el Hombre de Acero son varias, desde la música, la tipografía que recuerda a la cinta de Zack Snyder y, claro está, este pueblo ficticio de Brightburn que también recuerda a Smalville donde Clark Kent creció.

Aunque no pasa mucho tiempo hasta que el pequeño Brandon es captado o forzado por el camino del mal. Y mientras que el film no aporta tantos detalles sobre los eventos paranormales que dan vida al personaje, se entiende que fue traído a la Tierra para gobernar a los humanos.

Entre el terror y la película de origen -en este caso de un villano-, Brightburn: hijo de la oscuridad busca unir ambos mundos o géneros en uno solo y por momentos funciona. Los sustos o apariciones repentinas del muchacho impactan en la pantalla, hay una excesiva cantidad de sangre y gore que uno piensa si era realmente necesario mostrar. Finalmente los efectos y poderes que se despliegan, así como algunas escenas de acción son lo que más lo acercan al universo de los superhéroes.

Como mencionamos antes, la falta de información o motivación del villano le juega en contra a la película que con una idea interesante por lo menos podría haber explotado mucho más su argumento y no sólo dedicarse a mostrar cómo este niño hace el mal sin consecuencias.