Brightburn: hijo de la oscuridad

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Este filme, encuadrado en el género del terror, arranca bien, las primeras imágenes, la primera escena, es de un muy buen nivel de guión y producción. La idea, si bien no es original, es al menos interesante, algo así como el lado oscuro, el revés de lo ya visto.

De manera tal que esa primera secuencia hasta hace olvidar que estamos frente a una producción de género.

Luego de ese muy buen principio se torna moroso, a medida que va construyendo los personajes, comienza a caer en una amalgama de lugares comunes. De a poco se va transformando en uno más de la lista interminable de títulos que pasan a engrosar el grupo de las olvidables, las diferencias podríamos encontrarlas en ese otro lado del personaje principal y en las actuaciones.

El relato comienza en la casa de una pareja de granjeros, antes de mostrarnos a los personajes, la cámara muy sutilmente presenta la preocupación de quienes nos presentaran, libros sobre fertilidad humana en la biblioteca es todo un indicio que ellos. Kyle Breyer (David Denman) y su esposa Tori (Elizabeth Banks). estén haciendo el amor debería haber sido el corolario de la escena. Pero no, es el principio de la historia.

Todo se ve interrumpido por una especie de movimiento telúrico sin explicación alguna, de ahí a una elipsis, en la que nos van enseñando el crecimiento de un niño hasta llegar a 10 años después.

Aparece en escena Brandon (Jackson A. Dunn). El adorable hijo de la pareja, la luz de los ojos de esos padres por demás cariñosos, el niño no la está pasando bien con sus compañeros de escuela, es centro de burlas, es el distinto de la clase.

Todo esto sucede en la mayor de las ignorancias, nada es informado, hasta que descubrimos junto a Brandon que es poseedor de determinados dones.

La aclaración llega tarde, es un niño que arribó a la tierra en una nave espacial, dentro de un meteorito, hace 10 años. .

En este punto las justificaciones que aplica la pareja tornan en inverosímil la adopción del bebé, en términos comparativos, lo mismo sucedía con otro bebé llegado del planeta Kripto,. Superman, ese mismo, pero en el caso de nuestro conocido superhéroe el desarrollo de las acciones de los padres adoptivos daba lugar a la circulación creíble de la historia.

En este caso no es así y todo empieza a desbarrancarse, ni siquiera se sostiene desde la premisa que el joven con superpoderes es la maldad personificada, el adverso del hombre de acero, un lobo en traje de cordero.

Tampoco ayuda demasiado la actuación del joven, no hay variables, siempre con la misma expresión, además de no desplegar nada que lleve a entablar algo de empatia con el personaje.

Si bien está contada con todo el rigor de una estructura clásica, desarrollo progresivo, lineal, bastante lentificado luego de presentar el conflicto a desarrollar. Sí, posee un buen diseño en la dirección de arte, que queda a contramano por los desaciertos de la banda de sonido, puesta más para sobresaltar al espectador que producir algo del orden del temor, digamos un superhéroe del terror, este es el entrecruzamiento de los géneros que no produce nada por sí mismo.

Elizabeth Banks hace lo que puede con su personaje, es creíble hasta en los cambios de humor, mientras Davis Denman nunca encuentra el punto justo, para colmo su transformación de padre cariñoso a “estamos en peligro” no se presenta bien desarrollado.

Una lástima, una buena proposición desperdiciada, eso no quita que estemos frente a una nueva franquicia que casi dependerá exclusivamente de sus logros en la boletería.