Big Eyes

Crítica de Ana Manson - Toma 5

El secreto de sus ojos

Tim Burton vuelve al ruedo con “Big Eyes“, una obra prácticamente despojada de la estética que tanto lo caracteriza. Si bien su impronta no reside sólo en lo visual, es uno de los aspectos que más destaca de su filmografía, y en esta nueva película decidió dejarlo en segundo plano, en beneficio de la historia y sus protagonistas.

Pero no sería el Burton que todos conocemos si el tema de su nuevo largometraje no fuera el cuento de un marginado. En este caso una pintora tan talentosa como desprovista de habilidades sociales, que deja que el control de su propia vida se le escape de las manos, mientras irónicamente triunfa de todas las maneras que nunca se imaginó.

Encarnada por Amy Adams, la artista Margaret Keane marcó una década en su rincón del mundo, y en este retrato de su vida podemos ver la intimidad de tamaño suceso. Pero no es simplemente su historia lo que resulta atrapante en “Big Eyes“, sino la magnética y envolvente personalidad de su contraparte Walter Keane, su esposo, interpretado por el carismático Christoph Waltz, quien compone genialmente a un villano delirante y manipulador, pero de esos que resulta casi imposible odiar.

El par de protagonistas son los que le dan alma y vida a esta biopic, con actuaciones a la altura de lo que nos tienen acostumbrados, y un elenco de secundarios que no se quedan atrás (especialmente el brillante Terence Stamp). La crítica social también está a la orden del día, con una validez que asusta casi sesenta años después, a la vez que divierte, obligándonos a reirnos de nosotros mismos.

Es una comedia fresca etiquetada de drama por su condición de biográfica, pero no pierde el buen humor en ningún momento a pesar de las circunstancias, y se conduce con una gracia asombrosa a través de una historia real que -una vez más- supera a la ficción.