Bienvenido a Alemania

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Podría decirse que este filme es a primera vista una de las producciones alemanas más yankee de los últimos tiempos, lo cual no debería ser descalificador por antonomasia. Lo es pues el epíteto se basa en que el director Simon Verhoeven calca de manera increíble todo el catalogo de lugares comunes de las comedias de Hollywood, transformando en su producto en algo demasiado previsible.
Es una verdadera lastima pues en el comienzo, mientras va presentando a los personajes, toda la familia, lo hace de manera eficaz, con impacto. Así tenemos a Angélika (Senta Berger) una maestra jubilada, ahora aburrida ama de casa, su marido Richard (Heiner Lauterbach), un afamado cirujano traumatólogo que no acepta el paso del tiempo, ergo su edad, Sofie (Palina Rojinski), la hija de ambos, en apariencia no tiene suerte en el amor ni en la elección de que desea para su futuro; Phillipp (Florian David Fitz), el hermano que está inmerso en su trabajo de abogado corporativo dándole la espalda a los conflictos familiares, mientras que Basti (Marinus Homann) el menor de la familia circula a la deriva sin nadie que lo registre.
Todo está sostenido por la inercia familiar, hasta que Angelika decide, de manera unilateral darle lugar en su casa a Diallo Makabouri (Erik Kabongo), un inmigrante ilegal nigeriano, con intenciones de adopción.
A partir de este hecho todo cambia, hasta la trama principal que hasta ese momento era la radiografía de una familia disfuncional, pasa a ser el tema de los refugiados tan caro y candente en la actualidad.
Pero no conforme con esto el director decide seguir en el curso de presentación de temas, ninguno bien desarrollado, menos profundizando, todos en intentos de tono de comedia, lo que termina por ser una sucesión de gags, burdos en primer lugar, y luego remanidos, nada originales.
Temas como el amor, la amistad, las apariencias, la discriminación, la intolerancia, las diferencias culturales, la violencia de género.
Nada hay de original en esta comedia fallida, record de público en su país de origen, lo cual nada significa desde lo estético, ni desde la estructura narrativa, ni desde el diseño de sonido, todo al servicio de un guión que termina por ser lo más pobre de la película.
Si algo sostiene el texto o la atención del espectador son las actuaciones, empezando en Senta Berger y terminando en Elyas M'Barek, en la piel del Dr. Tarek Berger, un medico joven de claro origen semita, colega de Richard y enamorado de Sofie desde la infancia.
Nadie espera que una comedia alemana produzca una ruptura en el lenguaje del cine, tampoco que sea una copia irrelevante de lo que se produce en la meca del cine