Bienvenido a Alemania

Crítica de Alina Spicoli - Cinergia

Acoger a un refugiado

Bienvenido a Alemania (Willkommen bei den Hartmanns) es una comedia alemana dirigida y escrita por Simon Verhoeven. Está protagonizada por Senta Berger, Heiner Lauterbach, Palina Rojinski, Eric Kabongo, Marinus Hohmann y Florian David Fitz. Fue seleccionada como película de apertura del 17º Festival de Cine Alemán ya que en 2016 se convirtió en el film más visto en su país, con más de ocho millones de espectadores.

La historia se centra en Angelika Hartmann, una ex directora de colegio que está aburrida con la vida que lleva. Su marido Richard es un médico que no se quiere retirar y tiene un carácter distinto al de ella; su hijo Philip trabaja como abogado en Shangai, se está divorciando y tiene un hijo al que no le presta atención; su hija Sophie cambia cada año la carrera que estudia y no le va bien en el amor. En una cena familiar Angelika les comunica que en su casa le dará asilo a un refugiado para promover la integración. Al principio todos creen que está bromeando, pero Angelika está decidida. Luego de convencer a su marido, los dos van al centro de refugiados al que “Geli” dona ropa. Así acogen a Diallo, un nigeriano que perdió a su familia y tuvo que huir de su país por culpa del Estado Islámico. La convivencia con Diallo les dará otra forma de ver el mundo, diferente a la que tienen en Múnich.

Resulta raro que un tema duro como lo es el de los refugiados sea implantado en la comedia. La película demuestra que si se quiere, se puede, y aunque haya varias partes graciosas, el lado humano también importa. Lo que hace que nos interese el relato es cómo está narrada: la dinámica familiar de los Hartmann empatiza desde el comienzo con el espectador, haciéndonos notar que las diferencias siempre están presentes. El film se toma su tiempo para presentar a cada integrante, lo que logra que conectemos con ellos y veamos sus distintas perspectivas.

Richard vive tratando mal a sus compañeros de trabajo, tiene muchos nervios y no acepta su envejecimiento por lo que pasa las noches en discotecas. No comprende que su hija ya cumplió 31 años y le sigue diciendo lo que tiene que hacer. Los prejuicios que tiene hacia el nigeriano son notorios, así como los de la vecina, que lo agrede sin conocerlo. Geli se muestra contenta con la llegada de Diallo, le enseña palabras en alemán, se esfuerza en que se sienta cómodo (tal vez demasiado). De antemano se nota que algo en esa pareja no anda bien, así como cada problema interno que tienen sus hijos y nieto.

Gracias a las actuaciones la película se torna llevadera, a pesar de tener escenas que aburran (como lo que sucede en Shangai o el miedo de que haya una bomba en el aeropuerto). Algunas situaciones no conducen a nada y hacen poco creíble la historia, en especial cuando en los últimos minutos se da un descontrol total en la casa de los Hartmann. Esto sucede en mayor medida durante la segunda hora del metraje, llegando a la conclusión de que se podrían haber ahorrado varios minutos ya que el mensaje que se pretende transmitir igual iba a quedar bien en claro.

Las distintas concepciones sobre el casamiento y los hijos que tienen los alemanes y los nigerianos generan una muy buena contraposición, además de cómo para alguien que vivió la violencia de cerca le puede impactar un videojuego de tiros. Son estos momentos los que logran mayor profundidad en Bienvenido a Alemania, una comedia simple que nos deja pensando sobre que la ayuda hacia el prójimo nunca debería cuestionarse.