Belleza inesperada

Crítica de Mariano Patrucco - El Lado G

Un elenco lleno de actores talentosos puestos al servicio de una historia tan cliché y melosa que roza lo inverosímil.

El prolífico Will Smith no es solo un héroe de acción y comediante. Cada tanto se despacha con una película de drama profundo donde da lo mejor de sí como actor, con resultados bastante dispares. Entre los films más destacados de su carrera aparecen la brillante En Búsqueda de la Felicidad (The Pursuit of Happyness, 2006) y La Verdad Oculta (Concussion, 2015) mientras que por otro lado está la olvidable Siete Almas (Seven Pounds, 2008). Lamentablemente Belleza Inesperada (Collateral Beauty, 2016) cae en la categoría de sus intentos fallidos, y no por su mala interpretación. Tampoco fallan en ese sentido los demás integrantes del elenco —todos actores talentosos y consagrados—, simplemente la materia prima con la que deben trabajar (el guión y la historia en general) es decididamente mala.

Howard (Will Smith) es un ejecutivo en una importante agencia de publicidad, donde trabaja junto a sus amigos Whit (Edward Norton), Claire (Kate Winslet) y Simon (Michael Peña). Cuando su hija muere de una enfermedad terminal, Howard se aleja de todo y de todos. Deja de trabajar, de hablar con sus amigos, corta toda vía de comunicación con el mundo y se la pasa encerrado en su dolor dentro de su departamento o andando en bicicleta por las calles de New York. Sus amigos intentan todo lo posible para ayudarlo a salir de su depresión, pero Howard no quiere saber nada. La agencia comienza a perder clientes y su posible venta peligra, ya que Whit, Claire y Simon no pueden convencer a Howard de que lo mejor es aceptar la oferta y firmar los papeles. Como método para aliviar su dolor, Howard le escribe cartas a entidades abstractas: el amor, la muerte y el tiempo. Grande es su sorpresa cuando esas tres entidades lo visitan y lo inciten a cambiar su vida (premisa similar al cuento de Charles Dickens, A Christmas Carol). Esto es lo que nos venden en el trailer, pero no es la verdadera trama de la película.

Sus “amigos” descubren estas cartas que Howard escribió y contratan a tres actores para que se hagan pasar por la muerte (Helen Mirren), el amor (Keira Knightley) y el tiempo (Jacob Latimore). Pero no lo hacen para apoyar a Howard, sacarlo del pozo depresivo en el que vive y ayudarlo a superar el duelo por su hija fallecida. No, su plan es mucho más rebuscado y absurdo.

El director David Frankel trabajó previamente en buenas películas como Mi Gran Oportunidad (One Chance, 2013), Marley y Yo (Marley & Me, 2008) y El Diablo Viste a la Moda (The Devil Wears Prada, 2006), aunque aquí estamos en presencia de su peor film hasta el momento. Pero el verdadero responsable del desastre es el guionista Allan Loeb, autor de otros bodrios inmirables como So Undercover (2012) y Una Esposa de Mentira (Just Go With It, 2011).

Argumental y narrativamente, la película falla en todo sentido. Las grandes revelaciones que deberían tomar por sorpresa al espectador son obvias y predecibles, cuando intenta ser profunda y emocional nos entrega una colección de sentimentalismo cliché y frases tan melosas y cursis que terminan siendo ridículas (“no sentí amor, me convertí en el amor“), el plan de sus amigos es tan descabellado (involucra una investigadora privada y alterar digitalmente un video grabado con un Iphone) que se vuelve hilarante. El film parte desde una buena idea —el hombre atormentado que puede dialogar con entidades abstractas— que sirve para contar una historia reflexiva y emotiva, pero toma la peor decisión y se la juega por el lugar común y la trama disparatada que es muy difícil de tomar en serio.

Actoralmente hablando, la película está muy bien. Todos los integrantes del cast son buenos intérpretes que cumplen con lo que el guión les exige. Los personajes de Kate Winslet y Edward Norton están bastante limitados por el débil libreto. Will Smith se luce especialmente en su rol de ermitaño agobiado por el luto y puede transmitir mucho con su rostro a pesar de tener poco diálogo. Cuesta entender como tantos actores de gran nivel se sumaron a un proyecto tan malo.