Barrefondo

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Escrita y dirigida por el documentalista Jorge Leandro Colás, su primera película de ficción, Barrefondo, es la adaptación de la novela homónima de Félix Bruzzone. Un policial del conurbano protagonizado por un piletero interpretado por Nahuel Viale.
Es verano y el calor es agobiante. Tavo trabaja de piletero. Vive o sobrevive de limpiar y cuidar piletas de gente con una posición económica bastante mejor que la suya. Su trabajo es tranquilo y silencioso y tiene que tratar con todo tipo de personas: desde los demasiado simpáticos hasta los que lo tratan como si fuese alguien inferior. Mientras en su casa su mujer transita un ya avanzado embarazo y le toca lidiar con un suegro que suele invadir su hogar de manera manipuladora, territorial, también haciéndolo sentir inferior por no poder brindarle a su familia un más sólido sustento económico.

Hasta que aparece la figura del Pejerrey, un delincuente que lo contrata (sin otra opción realmente) para que le brinde información sobre las casas donde trabaja: horarios, entradas, en fin, lo que sirva para poder asaltarlas sin problemas. Así, de a poquito, la economía de Tavo -un personaje que al principio no parece tener grandes ambiciones hasta que ve que es posible llegar un poco más lejos que donde está- comienza a crecer y puede brindarle a su familia necesidades tan simples como la de un aire acondicionado. Pero a medida que los “trabajitos” se van sucediendo, aparece un detective que no tarda en notar que las casas asaltadas suelen tener en común una cosa: el piletero.

Barrefondo también se percibe algo impregnada del cine documental, retratando estos mundos de un modo siempre muy realista y naturalista. Tomas largas, cámara en mano, como una observación y seguimiento de estos personajes. Todo esto de una manera simple, sin artificios y prolija.

Un policial en el cual se suceden robos pero no los vemos, en el cual no hay tiroteos. Un policial donde lo que, generalmente, hace al policial, acá sucede en un fuera de campo. Ahí radica también parte del encanto de esta película chiquita pero no por eso simple, donde la trama de los robos da lugar a un retrato social. Y tampoco es un film muy oscuro, de hecho en la caracterización de los personajes que viven en estas casas -todos muy distintos entre sí-, hay una sátira que le brinda frescura al relato y lo saca de la monotonía.

Las actuaciones también ayudan a imprimirle este tono realista. Nahuel Viale interpreta a su Tavo de manera calma y contenida. El Pejerrey de Sergio Boris es algo más desenvuelto pero nunca sobreactuado ni excéntrico.