Baires

Crítica de Cecilia Sanchez - La Voz del Interior

Un policial fallido con personajes de Disney

El policial de acción protagonizado por Benjamín Vicuña y Germán Palacios tiene serias falencias narrativas y personajes inverosímiles.

"Buenos Aires y el amor te atontan y el que encuentra un tonto, es para él”, le dice un tipo a Mateo (Benjamín Vicuña) y Trini (Sabrina Garciarena) cuando arriban a un hotel de la Capital Federal para hacer algunos “trámites” y, de paso, parrandear un poco. Ese prólogo cobra sentido cuando la parejita feliz es secuestrada por un mafioso cuasi sensible (Carlos Belloso) para obligar a la contraparte masculina a oficiar de “mula” de un cargamento de cocaína destinado a España mientras la chica queda de rehén.

El viajecito de placer que propone Baires se convierte entonces en una pesadilla para Mateo, y en una previsible y cuasi soporífera experiencia para el espectador, que es forzado a atestiguar un proceso narrativo inverosímil. De más está aclarar que Mateo, que debe llevar un chaleco lleno de droga fácilmente detectable en un cacheo pero, además, una valija con ropa impregnada de polvo invisible “con un proceso químico”, nunca llega a embarcarse en el avión. Por el contrario, decide ir a rescatar a su novia junto a Nacho, un policía (Germán Palacios) que conoció de casualidad.

De allí en más, la acción de la película (que promete sexo, tiros y puñetazos como cebo para despistados) se engarza con diálogos increíbles y personajes que parecen salidos de un cuento de Disney: hay un taxista que pasa de la violencia verbal a la empatía en un santiamén, policías aeroportuarios con clemencia, informantes que escapan una cuadra nomás, malvados que confiesan al primer golpe, policías de civil que llevan a civiles a un operativo y, además, le dan un arma. Lo más florido es el personaje de Juana Viale, una extranjera hippie con acento enredado que “aloja” a Mateo a cambio de nada. Ni hablar del malechor que sonríe con un balazo en el hombro.

Todas estas falencias no se amortizan ni siquiera hacia el final, cuando llega la vuelta de tuerca más obvia: para adivinarla solo hace falta haber visto algún thriller alguna vez. Tiemblan Luc Besson y Liam Neeson.