Atraco!

Crítica de Pablo Leites - La Voz del Interior

Había una vez unas joyas

"¡Atraco!" es un entretenimiento efectivo, más allá de algunos giros demasiado previsibles y una dirección de actores deficitaria.

¡Atraco! no es una comedia, tampoco un drama histórico y mucho menos un biopic. También está a años luz del camino que lleva al policial negro hecho y derecho, bien transitado por La señal, por mencionar una ficción cinematográfica nacional que hundía sus raíces en el halo de misterio sobre algunas cuestiones íntimas del peronismo visceral de mediados de siglo pasado.

Sin embargo, es prácticamente una obligación destacar una ambientación preciosita de la época en que transcurre el relato (1956), aunque mucho más cuando lleva la acción a Madrid que cuando lo hace en Panamá, los dos puntos del globo en los que ubica a sus personajes centrales, víctimas y orgullosos portadores de un gen militante de auténtica cepa justicialista. De más a menos, el hipotético boletín de calificaciones de ¡Atraco! iría con una nota algo menor en el rubro fotografía, y definitivamente peor en el de guión.

Uno de los puntos más flojos, posiblemente atribuible a la catalanidad del director Eduard Cortés, es la evidente falta de adaptación del lenguaje: como si fueran viajeros en el tiempo, Guillermo Francella y Nicolás Cabré hablan un argentino con entonación y giros muy poco ceñidos a la época que pretenden habitar. El contraste se acentúa en las escenas en que se suma Daniel Fanego, quien sí logra una brillante interpretación de Landa, el oscuro secretario de tercera línea del mismísimo Perón, a cargo de conseguir financiamiento para el exilio español del líder.

Francella, en cambio, zafa apenas correctamente del arsenal de tics efectivos que lo hicieron célebre (aunque cada vez que asoman se conviertan en lo más festejado por la platea), mientras que Cabré parece buscar en Los Únicos el tono para conquistar a una enfermera madrileña de los años cincuenta.

En esas coordenadas, las joyas de Evita son el catalizador de una trama argumental demasiado inocente y previsible como para constituirse en ejemplo del cine de género al que apela la película en su intención formal. Tanta linealidad y giros anunciados, de todas formas, no le quitan al filme su principal atractivo: entretiene.