Arpón

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Cazadores de alumnos

La ópera prima del realizador venezolano Tom Espinoza se adentra en el mundo educativo y en las relaciones entre los docentes, las autoridades escolares y los alumnos para tensar los hilos institucionales con el fin de crear una obra sobre las contradicciones dialécticas entre el sistema educativo y la sociedad sobre la que pretende influir.

Para construir este relato el director y guionista construye a un veterano director con rasgos autoritarios, Germán (Germán de Silva) que revisa paranoicamente las mochilas de los alumnos debido a algún acontecimiento traumático en el colegio que dirige. En un contexto social de violencia, abuso de drogas, prostitución y trata de personas, Germán es atrapado por sus propios demonios personales cuando intenta ayudar a una alumna con una familia ausente que es hospitalizada debido al uso de un colágeno inyectable en los labios.

El realizador venezolano radicado en Argentina busca en los límites de la narración la identidad de sus personajes, que transgreden sin cuestionar las reglas, como si ellos mismos las impusieran al hacer camino al andar naturalizando situaciones anómalas. Los personajes de Arpón (2017) no saben así cómo relacionarse entre ellos pero la historia los lleva a tener que enfrentar sus miedos, sus motivaciones y toda la carga que los puso en el lugar donde se encuentran.

La fotografía de cámara en mano de Manuel Rebella busca retratar una realidad confusa en la que las reglas han sido trastocadas por personajes que ya no son capaces de reflexionar sobre sus acciones o de volver atrás. Las actuaciones de todo el elenco son excelentes en su conspicua interpretación de una cacería que busca imponer pautas de lo que es posible y hasta tolerable para tenderle una trampa al espectador con el fin de cuestionar sus presuposiciones y sus códigos de lectura. El film también se da tiempo para introducir en el aula controversias sobre la historia del continente americano para retratar la relación docente alumno y lo que ambos esperan del otro.

Arpón construye de esta forma una historia exacerbada sobre el autoritarismo, los abusos de poder, el miedo a perder el control, los comportamientos estereotípicos, las relaciones entre docentes y alumnos y los cánones de la belleza, en medio de la fragilidad de un entorno hostil que impulsa a los personajes a tomar decisiones según imaginarios sociales que atentan contra la convivencia y contra su propia vida.