Arabia

Crítica de Fernando G. Varea - Espacio Cine

Los trabajos y los días. El relato de la vida de un trabajador, con sus cambios de ánimo, su esfuerzo por sobrevivir, su melancolía a cuestas y sus eventuales momentos de felicidad: de eso se trata este sensible film brasilero, de efecto persistente, ganador de una Mención Especial en el BAFICI hace dos años y cuyos directores fueron premiados en IndieLisboa por “cuestionar con perspicacia la ideología del neoliberalismo” y “recordar la necesidad e inevitabilidad de una revolución a pesar de ser plenamente conscientes de que el hombre nunca será liberado del dolor del trabajo”.
Arabia comienza acompañando a un adolescente que va solo en bicicleta, luego cuida de su hermano menor y conversa con una tía que los visita. Cierto misterio ronda ese tramo: cuando, en un momento, le preguntan al más chico si cree en Dios, éste dice que, en el mundo violento e injusto en el que vivimos, es más fácil creer en el Demonio que en Dios. La reflexión, deslizada con serenidad, será una de las varias que el film esparcirá sin énfasis. Esos pensamientos sirven de apoyo a la taciturna visión de la vida en ciertos sectores de nuestra sociedad que expresan las propias imágenes. Ya en ese segmento inicial hay cosas que no se dicen ni se muestran: por qué están ausentes los padres de los pibes, o qué pasó exactamente con un obrero fallecido, son hechos en los que los realizadores no se detienen porque no son lo que importa. Lo que sí asoman allí son detalles que aluden a la contaminación de una fábrica cercana, hecho que irá cobrando relevancia en el transcurso de la película.
Porque, en determinado momento, el joven descubre un cuaderno de notas escrito por el trabajador fallecido, a partir de lo cual Arabia se convierte en la narración que aquél hombre hizo de su propia vida. Un relato informal y sincero, contado con su propia voz, como si él mismo leyera en voz alta lo que escribió, a pedido de ya se sabrá quiénes.
De ese modo iremos conociendo a Cristiano (ése era su nombre) y, a través suyo, a tantos trabajadores humildes propensos a atravesar experiencias parecidas, desde un despido arbitrario, un trabajo insalubre o el paso por la cárcel por algún delito menor, hasta distintas formas de generosidad y compañerismo, o la felicidad de un amor. Es notable cómo Dumans y Ucchôa saben darle espacio a elementos y situaciones importantes en la vida de alguien como Cristiano (y de hombres que él, de alguna manera, representa): por ejemplo una guitarra, o el hecho de poder dormir, disponiendo de un lugar y un horario adecuados.
Film sosegado y agridulce, tanto las canciones que lo cruzan como las referencias a la necesaria unión de los trabajadores, a algún líder sindical campesino y al propio Lula, resultan bienvenidas. Hay también respiros de humor, como el chiste del que se desprende el título de la película, o la discusión con un compañero camionero acerca de qué carga puede ser más o menos pesada, registrada en un solo plano fijo, sin dudase uno de los grandes momentos del cine reciente.
Arabia puede llevar a la desazón pero también a la comprensión: aunque el joven del comienzo casi no vuelve a aparecer, podemos pensar que lo que Cristiano dejó escrito en su cuaderno dejará huellas en él, convirtiéndolo en alguien más maduro y solidario, como suele sucedernos a todos después de conocer la vida de otras personas.

Por Fernando G. Varea