Aquel martes después de Navidad

Crítica de Francisco Nieto - CineFreaks

La pasión por la verdad

El llamado nuevo cine rumano disfrutó de un boom espectacular a principios de siglo XXI. Películas como La muerte del Señor Lazarescu (Cristi Puiu, 2005); 12:08 al este de Bucarest (Corneliu Porumboiu, 2006) o 4 meses, 3 semanas y 2 días (Cristian Mungiu, 2007) sorprendieron gratamente al público asiduo de festivales, lo que se tradujo en su estreno en pantallas comerciales de todo el mundo, algo absolutamente impensable años antes.

Partiendo como punto de origen de temas rumanos, problemas que hay allí, incluída la relación con el pasado dictatorial y las consabidas dificultades para establecerse después de un periodo tan funesto, este puñado de valientes realizadores a contracorriente centran sus proyectos en concentrarse mucho en la verdad de cada historia que relatan, hasta que ésta trasciende de lo puramente local hasta llegar a una cosa universal.

En ésto radica su éxito: aunque tienen como inicio una problemàtica cercana, a través de la pasión por la búsqueda de lo verdadero alcanzan cotas universales.

Ha pasado más de un lustro desde que El señor Lazarescu, a la que hacíamos antes referencia y que fuera pionera en este tipo de films, sedujera a jurados como el de Festival de Cannes o la Asociación de Críticos de Los Ángeles, pero la cinematografía rumana no ha dejado en todo este tiempo de regalarnos pequeñas joyas a cuentagotas que no han rebajado ni un ápice el alto nivel alcanzado por sus predecesoras.

Ahora, de la mano de Razvan Radulescu, uno de los guionistas más lauredos de esta nueva ola de cine rumano y bajo la dirección de Radu Muntean, a quien se conoce por títulos como Furia (2002) o Boogie (2008) nos llega Tuesday after Christmas, reconocida con los Premios a la mejor Película, mejor actor y mejor actriz (ex-aequo para las dos excelentes protagonistas del film) en la 48º Edición del Festival Internacional de Cine de Gijón.

La trama podría desgranarse en tan sólo un par de frases, lo que acentúa el simplismo de la premisa: Paul, un hombre infelizmente casado, mantiene una relación adúltera con Raluca, de la que está perdidamente enamorado. Paul decide explicárselo a su mujer, lo que desencadenará una serie de previsibles consecuencias. A partir de ahí, y con unos pocos mimbres, el director nos introduce en un mundo apasioante de sentimientos exacerbados y silencios dolorosos.

Las escenas poseen una fuerza brutal, apoyadas en unos actores en estado de gracia y unas situaciones puras y cristalinas. El deseo de alcanzar la sinceridad más pura se apodera del protagonista, un hombre normal que se encuentra atrapado entre dos realidades contrapuestas. Sabe que su felicidad pasa por el dolor ajeno; por destrozar su propia estabilidad familiar, pero también es consciente de que no puede engañar a su corazón; que no puede ponerle trampas a la vida y éste le dicta que tome las decisiones necesarias, por muy contraproducentes que sean, lo que da como resultado momentos de una tensión ambiental indescriptible (sobre todo en la escena de la traumática confesión).

Estamos ante un cine que intenta emular visualmente al Cinema Verité francés, pero a diferencia de aquél, partimos de un guión herméticamente cerrado y una cámara que reposa y deja fluir las emociones de todos los implicados, lejos de cualquier convención y manierismo, salvo las propias que marca la tradición. Esa Navidad que sobrevuela los deseos de regalos de los héroes de la función y que a la vez actúa como elemento opresor que perpetúa un poco más una situación que está a punto de estallar en mil pedazos.

Tuesday after Cristmas es una gran película, trufada de una sencillez que abruma. Cine honesto, despojado de cualquier artificio y que apunta directamente al alma del espectador, que sufre -y de que manera¡- al lado de lo cruel que puede llegar a ser la propia realidad. También hay que destacar la utilización, en algunos casos, de una fina ironía que sirve de respiradero ante lo opresivo de las situaciones que se nos explican, llegando incluso a existir algún apunte autoparódico (el momento en el que los dos amigos se disponen a ver en DVD 12: 08 al este de Bucarest).

Lo mejor: la escena en el dentista, donde coinciden el trío protagonista. Lo peor: que pase desapercibida entre tanto blockbuster inservible.