Aprendices fuera de línea

Crítica de Carlos Schilling - La Voz del Interior

La peli que es una pésima publicidad para Google

Se ha acusado a Aprendices en línea de ser una burda publicidad de Google, pero Google necesita tanta publicidad como el aire. Es la atmósfera misma de Internet. Si un cibernauta no lo utiliza debe declararse digitalmente muerto. En todo caso, el problema no es que sea una publicidad sino que sea una publicidad mala.

El principal defecto consiste en que sus productores han tratado de elevar una simple ocurrencia (dos vendedores desempleados que se postulan para trabajar en Google) a la categoría de guion de una película de dos horas. El resultado: un producto que causa más bostezos y lágrimas fáciles que sonrisas.

Es una lástima porque podría haber sido la comedia que falta sobre el trabajo en las corporaciones tecnológicas, que hasta ahora parece haber nutrido mejor al género dramático. La ya probada dupla de Vince Vaughn (a cargo del escuálido guion también) y Owen Wilson, que tan bien funcionó en Los rompebodas, aquí no basta para lograr una exitosa transfusión de humor a un cuerpo argumental exangüe.

Antes que una comedia, la película de Shaw Levy podría ser definida como un manual de autoyuda ilustrado con algunos ejemplos graciosos. Pero en realidad se trata de un espectral aliento de esperanza, ingenuo y cínico al mismo tiempo, destinado a personas no calificadas e incapaces de poner un pie en un mercado laboral tan difícil como el tecnológico. Eso en el contexto de la crisis económica de los Estados Unidos.

El eterno "tú puedes hacerlo" del voluntarismo norteamericano se transforma así en una especie de Dale Carnegie 2.0, barnizado con un poco de ideología del trabajo en equipo, otro poco de multiculturalismo y una pizca de incorrección. Vince Vaughn ya había hecho algo similar en Dodgeball.

Un asterisco: es probable que Aprendices en línea tenga una segunda vida en el limbo de los incondicionales de Will Ferrell, sólo porque el actor aparece durante un minuto y medio.