Antes de la medianoche

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Un hombre y una mujer, según pasan los años

Tercera parte de, hasta ahora, una trilogía que inicialmente no se había previsto como tal, sobre los mismos personajes y con los mismos actores. Una curiosidad en la historia del cine.
La primera, titulada Antes del amanecer , se desarrolló en Viena, después de que el norteamericano Jesse y la francesa Celine se conocieran en un tren y decidieran compartir una tarde y una noche conversando sobre los más variados temas. Ese relato concluyó con la promesa de reencontrarse exactamente seis meses después, lo que nunca ocurrió.
El reencuentro recién se produjo nueve años después en París cuando Jesse presenta su primera novela, que evoca aquella experiencia en Viena. Salvo un breve flashback, esta segunda historia, titulada Antes del atardecer , se filmó en tiempo real, pero el final quedó abierto y se conoce en esta tercera parte, ambientada en el Peloponeso, Grecia, nueve años después.
Ahora los personajes rondan los cuarenta años. Jesse ha publicado otras dos novelas y está escribiendo una cuarta. En cierta medida profesionalizó su condición de escritor, mientras ella continúa inmersa en sus preocupaciones ecologistas.
Ambos decidieron compartir seis semanas de vacaciones en esa región de Grecia con Henry, el hijo adolescente de Jesse, y dos niñas de siete años. El relato los encuentra hacia el final de ese veraneo.
La despedida de Henry en el aeropuerto opera de detonador de interminables reflexiones sobre el amor, la familia, el trabajo, la libertad, la realización personal, la pérdida de la inocencia y la necesidad de crecer y madurar intelectual y emocionalmente.
Son diálogos que en muchos momentos duelen, pero que se caracterizan por su lucidez y su apertura, porque los personajes hablan sin eufemismos. En las confrontaciones dejan entrever que la felicidad no es un regalo que cae del cielo, sino una ardua construcción cotidiana, y en convivencia con la realidad de la vida.
Diálogos cargados de ansiedad y de frustración, pero también de amor. O si se quiere, de una necesidad íntima, insoslayable de amar. Por todas estas razones y otras que deberá descubrir el espectador, Antes de la medianoche es más descarnada y más amarga que las anteriores.
La historia remite a filmes memorables de Antonioni (La aventura, La noche, El eclipse ), al Truffaut de la saga de Antoine Doinel y a Copia certificada , la última de Kiarostami, aunque sin alcanzar el mismo nivel de calidad.
El espectador que vio las versiones previas, podrá observar la evolución o involución de los personajes en todos sus aspectos: físicos, intelectuales, morales y emocionales. Pero también le incumbe otra tarea: verificar y evaluar su propia evolución o involución, en relación con los personajes y su experiencia de vida. El paso del tiempo es uno de los temas centrales de este filme.
En esta oportunidad, el guión fue coescrito por el director con sus intérpretes Ethan Hawke y Julie Delpy, de excelente actuación. Y al parecer los tres comparten inquietudes similares, que incluye el temor por la muerte del romanticismo, según pasan los años.
La principal objeción es, nuevamente, la verborragia de los protagonistas. Es cierto, como se dijo, que sus diálogos son reveladores, pero resultan un tanto enfadosos y, por su abrumadora abundancia, difíciles de recordar.
En el uso de este recurso estilístico, Linklater supera ampliamente a las películas más conversadas de Woody Allen.