Anomalisa

Crítica de Eliana Giménez - A Sala Llena

Después de varios años, Charlie Kaufman regresó al cine para dirigir una película en stop motion llamada Anomalisa. El codirector es Duke Johnson, quien tiene muy buenos antecedentes como director de contenidos en animación cuadro a cuadro, entre ellos el famoso episodio de la serie Community “Abed’s Uncontrollable Christmas”.

La historia sigue a Michael Stone (con la perfecta voz del actor David Thewlis), un gurú del servicio al cliente que escribió un libro y viaja a Cincinnati para dar una conferencia. A medida que pasan los minutos, resulta obvio que cada uno de los demás personajes tiene la misma cara y la misma voz (la calma y apacible voz de Tom Noonan). Este hecho asfixia y desespera tanto a Michael como al espectador.

Michael parece odiar su vida, su familia no le importa, nada lo satisface y busca incansablemente sentir algo, lo que sea. Su primer intento es reconectar con una vieja novia (quien también tiene la misma voz y cara que los demás), a la que le rompió el corazón, pero sus esfuerzos resultan en vano. Hasta que desde su habitación en el hotel oye una voz distinta, femenina y alegre. Esa voz pertenece a Lisa (y a la actriz Jennifer Jason Leigh), a quien Michael ve distinta a todos los demás. Lisa es única en ese mar de semblantes iguales y voces iguales sin inflexión. Juntos pasarán las horas antes de la conferencia, asombrándose el uno al otro y conociéndose.

Como las anteriores películas de Kaufman, las crisis existenciales y las grandes preguntas de la vida hacen aparición. En esta ocasión, Michael es el hombre atormentado que no le encuentra sentido a la vida, que a pesar de tener una gran carrera y una familia que lo quiere, está completamente perdido buscando compañía y felicidad sin lograr aferrarse a ninguna de las dos. Por su parte, Lisa es una mujer hambrienta de cariño, pero a quien la vida la ha dejado olvidada y ella simplemente ha aceptado “su destino”.

Anomalisa es una gran película no sólo por la belleza de los muñecos que la protagonizan y la humanidad que hay en ellos sino también por cómo Kaufman plantea a la perfección la desesperación de sentirse totalmente perdido y solo en el mundo y, contra todo pronóstico, seguir buscando incansablemente un pedacito de felicidad.