Anna Karenina

Crítica de Manu Blauab - Alta Peli

Culebrón ruso en pleno siglo XXI.

La tercera colaboración de Keira Knightley con Joe Wright trae otra obra de época, la segunda basada en una obra del siglo XIX (Atonement es del todavía vivito y colean Ian McEwan). Queda claro que cualquier obra de este estilo de Wright traerá a la actriz inglesa junto con él y esa relación entre ambos se nota y de muy buena forma.

La figura de Knightley en las tres películas sigue siempre una misma línea: la mujer fuerte y decidida que enfrenta a su coyuntura y la desafía hasta las últimas consecuencias. Así llegamos a Anna Karenina, una historia de amor prohibido en la Rusia zarista.

Para quienes gusten de estos idilios tienen desde el jueves 14 una razón para ir al cine. La actriz sólida del reparto principal nos pone lleno en el drama que se desata a lo largo de la película. En 1874, la joven y aristocrática Anna Karenina viaja de San Petesburgo a Moscú para salvar el matrimonio de su hermano, el Príncipe Oblonsky, quien tuvo un affair con la mucama (guiño guiño). Durante su visita conoce al oficial Vronsky quien la hace olvidar en seguida de su aburrido marido e hijo, pero Vronsky se le va a declarar a Kitty, la hermana menor de su cuñada quien invita a la Anna a quedarse para el baile y en medio de la pista con Vronsky la sociedad se escandaliza por la obvia atracción entre ambos. El affair de Vronsky con Anna Karenina sólo les traerá problemas.

Teatralidad e intimidad

Lo más atractivo de la película, quizá sea la teatralidad con la que está representada la película combinando escenarios de distinta clase que crea en conjunto una atmósfera especial por la que los personajes se mueven y los vemos relacionarse y actuar.

Dentro de esa puesta en escena especial, la cámara juega un papel muy importante como si fuera una espía invisible dentro de toda esa fantasía que Vronsky y Anna viven bajo la sombra de lo prohibido. Esta cámara va descubriendo los momentos de intimidad más particulares y sensuales basados en una simpleza muy fuerte.

Música

El papel de la música nunca es menor por lo que destacarlo en una película es muy importante ya que tiene una presencia importantísima. En el caso de Anna Karenina lo es. Sin su música, esta sería cualquier otra película porque no sólo realza los momentos más álgidos de la trama sino que también decora el ambiente y permite al espectador introducirse aún más en esta historia de amor que va más allá de todo.

Conclusión

La película es una adaptación como le gusta decir a los críticos, correcta. Pero lo que lo vuelve atractiva es su puesta en escena y la manera en cómo muestra este clásico tantas veces traspuesto en la historia del cine. Tanto el vestuario, como la actuación, la música y la puesta en escena vuelven de este clásico uno particular dentro de las trasposiciones hechas anteriormente y merece la pena ser visto, difícilmente se defrauden.