Angry Birds

Crítica de Leonardo González - Río Negro

Pájaros enojados y muy divertidos

En diciembre de 2009, la empresa finlandesa Rovio Entertainment lanzó al mercado un videojuego (inspirado en Crush the Castle) llamado Angry Birds. Muy sencillo de jugar, ya que el objetivo principal era controlar a diversos pájaros cuya misión era la de recuperar los huevos que les habían robado unos cerdos verdes muy hambrientos. En los sucesivos niveles sus enemigos se encontraban en distintas plataformas que debían ser derribadas lanzando mediante una honda a los plumíferos contra ellas. A medida que se avanzaba en el juego, se iban desbloqueando otros pájaros con distintas características que servían para superar las crecientes dificultades. Para que se den una idea del éxito de este producto hay dos hechos que merecen ser mencionados. Desde su lanzamiento, se descargó más de un billón de veces a través de todas sus versiones, convirtiéndose en el juego más vendido de la historia en soportes móviles. Y el segundo, en 2014 Edward Snowden dio a conocer que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos y su homóloga británica, el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno Británico (GCHQ), desde 2007 habían usado el videojuego para espiar a los usuarios y recoger información sobre sus vidas (edad, sexo, estado civil, finanzas, orientación sexual, etc.). El fenómeno global de este producto desembarcó en todos los ámbitos con toda clase de productos y así llegó la, en principio, complicada tarea de adaptarlo a la pantalla grande. Es por eso que hoy estamos hablando de “Angry Birds - La Película” (“The Angry Birds Movie”, 2016), uno de los filmes de animación más entretenidos del año.

En una isla llena de pájaros que viven todos felices y que, curiosamente, no pueden volar, se destaca Red (Jason Sudeikis). ¿Por qué? Porque tiene un mal temperamento y no encaja muy bien en ese lugar. Su genio podrido es lo que lo lleva a que lo obliguen a hacer terapia en donde conocerá a otros personajes variopintos como él: Chuck (Josh Gad), un pájaro amarillo hiperactivo; Bomb (Danny McBride), que se detona solo y Terence (Sean Penn), del que sólo se conoce su gruñido. Todos ellos estarán bajo la atenta supervisión de Matilda (Maya Rudolph), que intenta ser muy zen con todas sus fuerzas. Estas características que los destacan y, a la vez, los separa del resto les vendrán muy bien cuando haga su aparición el rey cerdo Leonard (Bill Hader) y su malvada piara que llegan hasta la isla con un siniestro plan: llevarse todos los huevos para comérselos. Red, Chuck y Bomb harán todo lo posible para rescatarlos y, en el interín, responderán la eterna pregunta: ¿Por qué están enojados?

Película sorpresa, así se define a esta obra. Porque es de esos largometrajes que no inspiran confianza anticipadamente: adaptada de un videojuego en el que no hay una gran historia, directores debutantes, todo lo que presupone que están lucrando con un producto más que en hacer una película. Pero hay que decirlo, el film es muy divertido, con unos personajes adorables, bien definidos y muy, muy graciosos (Chuck es el mejor, sin dudas). La animación no tiene nada que envidiarle a las grandes producciones de Pixar y la historia está llena de gags y chistes con el timing justo y puestos en los lugares adecuados. La recomendación, obviamente, es que si pueden la vean en su idioma original. El film gana mucho así.

Angry Birds es una de las sorpresas de este año y, con la escena que hay poscréditos, promete una secuela muy pronto. El consejo: vayan volando a verla. (Perdón, era imposible no escribirlo).