Amor a la carta

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Hay un subgénero de películas románticas, y que tuvo su máximo exponente en “Como Agua para Chocolate”, que en la utilización de la cocina y la elección de ingredientes que se utilizan en ella, pueden armar una historia de amor que trasciende su esencia.
Si bien en “Amor a la Carta” (India, 2013), de Ritesh Batra, con Irrfan Khan y Nimrat Kaur no habrá un idilio inicial entre los protagonistas, la comida permitirá introducirnos en su universo particular y en la excentricidad de una cultura tan ajena a la nuestra como la hindú.
Ila (Kaur) es una dedicada ama de casa que intenta todos los días sorprender con la vianda a su marido. Siguiendo los consejos de su tía, Ila volcará sus anhelos y deseos más profundos con el objetivo de, a través de la comida, recuperar al menos algo de la pasión que en algún momento la unió a su pareja. ¿O no es verdad eso que al amor se lo conquista a través del estómago?
En esa vianda diaria, que viajará por caminos y lugares inesperados hasta llegar a las manos de su destinatario, Ila intentará reforzar su decisión de casarse, y buscará, de alguna manera intentar al menos llamar la atención de su marido.
Pero por error un día la comida caerá en manos equivocadas, o mejor dicho, en boca equivocada, la de Saajan (Khan), un contador a punto de jubilarse que se maravillará con los manjares que Ila preparó.
Más allá de la sorpresa inicial, ambos serán conscientes del error y equivocación y aprovecharán la posibilidad de iniciar un intercambio epistolar a través de la lunchera en la que va la comida poniendo en cada palabra una posibilidad de ser algo que hace tiempo dejaron de ser y de ser tenidos en cuenta.
Las exóticas imágenes de India, que más allá del hacinamiento y la polución, construirán el espacio ideal para que la comida sea el pequeño reparo de las particularidades de los protagonistas (el que la hace y el que la recibe) y así empatizar con los espectadores.
La vorágine diaria de la rutina laboral y de los quehaceres domésticos será reemplazada por una sensación de esperanza, la misma que el director Batra logra transmitir a través de las logradas actuaciones de Khan y Kaur.
Hay un desinterés en focalizar miserias, aunque estén visibles y latentes, y eso hace que “Amor a la Carta” pueda superar la rapidez con la que bien podría haber hecho desvanecer el planteo, simple e inicial, sobre la equivocación del envío de la comida.
Porque además Batra suma una serie de personajes secundarios, como el aprendiz interpretado por Nawazuddin Siddiqui, que además de molestar durante toda la película a Saajan en su avidez por conocer las tareas que deberá hacer cuando éste se jubile, reflejará una historia muy común en India relacionada a la diferencia de las clases sociales.
También hay otro personaje, este sí, no visible, y es el de la tía de Ila, vecina de edificio, una suerte de voz de la conciencia de la protagonista y que lucha diariamente con la enfermedad de su marido, pero que pese a esto impulsará a Ila a seguir intercambiando la vianda con el desconocido y animarse a más.
Colorida y exótica historia entre gente sola de las grandes urbes, “Amor a la carta” resulta una interesante propuesta, pese a que su duración potencie algunas falencias de guión y realización. Para ir al cine después de cenar.