Amar es bendito

Crítica de Kekena Corvalán - Leedor.com

Tercer largometraje de Liliana Paolinelli, una de las perlas que se suma a la muy buena producción del cine argentino de este 2013.

Paolinelli, estrena en Buenos Aires Amor Bendito, que se suma a sus dos largos anteriores, Por sus Propios Ojos (2008) y Lengua Materna (2010). Vistos en perspectiva podemos pensar que uno de los temas recurrentes de esta directora es su foco en los vínculos afectivos y su mayor o menor distancia con los estereotipos y miedos, ajenos pero también, propios. Una vez más, como en Lengua Materna, se percibe el excelente trabajo de actrices que realiza Paolinelli, el trabajo previo que hay detrás de cada escena, que destaca en las actuaciones. Las actrices, en especial Mara Santucho y Claudia Contreras, presentes en el film anterior, tienen una comunicación entre ellas muy particular, que sostiene muy bien ese límite por el que transitan frente a la imposibilidad de la ruptura. El decir de Santucho y las caras de Contreras provocan un diálogo de alta teatralidad que hace al clima especial e íntimo de la película.

Lo interesante de esta nueva película es la progresión que va adquiriendo, como si los personajes fueran tanteando hasta dónde se animan. El conflicto se plantea desde un comienzo y casi sin querer: el desgaste de una pareja de chicas que afirma a una tercera en cuestión, con cierta inercia que suma pero no corta, y así van en alegre montón, poniendo de relieve las contradicciones que encierra, me atrevo a decir en todos los casos, el amor y el compromiso con el/la otra. Hasta aquí la historia puede parecer pequeña, y lo es, pero no es para nada sencilla. Cómo la resuelvan será muy parecido a cómo se resuelven en la vida real los desamores, los poli amores y las fidelidades.

La película acierta en el vuelo que toma, problematizando el encuentro y desencuentro que proponen las relaciones vinculares. Si en Con sus propios ojos y en Lengua Materna la marginalidad del amor era clave (en el primer caso en la relación entre un preso y una mujer libre frente a los prejuicios sociales y en el segundo en la relación de dos mujeres frente a la madre de una de ellas), aquí ya estamos frente a una historia donde el género de los personajes y la tipología amorosa no es problema: los celos, la posesión, el poliamor o la práctica swinger no provocan un conflicto extra en la historia de estas chicas por enmarcarse en relaciones lésbicas. En este sentido hay una superación de la matriz del conflicto desde la aplicación o ruptura de un mandato externo. En Amar es bendito las formas de ser ya no piden permiso, los personajes se mueven libremente, con el sólo límite de sus propios prejuicios, pasiones y negociaciones.

Con un apenas melodramático que diluye toda posibilidad de castigos, culpas y vergüenzas, la película acierta a desnaturalizar el amor presentándolo en toda la irracionalidad de los deseos. El final a toda cumbia instala un gesto paródico que es un acierto total de la película, con la “engañadora engañada” y perdiendo las esperanzas, pero que en la escena final establece un guiño con nosotrxs lxs espectadores, el de las certezas que, como en la letra de Willy Colon, como en el amor y en el cine, siempre hay algo que aprender porque siempre faltará un texto por vivir.