Amando a Carolina

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Películas cuyo argumento se basa en que su protagonista escribe lo que sufre por amor y lo convierte en un libro que termina siendo un éxito de ventas, se hicieron infinidad de veces. Pues aquí nos encontramos con una nueva versión, un renovado intento por darle una vuelta de tuerca a la temática, en una coproducción argentina-brasilera dirigida por Martín Viaggio.

Diego (Guillermo Pfening) trabaja en una editorial de libros y por su labor está muy bien considerada por el directorio, vive solo en una amplia casa y sufre por amor. Se encuentra abatido porque Carolina (Bela Carrijo), una brasileña que vende ropa en ferias callejeras, se instaló en su casa pero está enamorada de otro compatriota, Daniel (Daniel Alvim), que está de paso por Buenos Aires pero se llevó a la chica más linda.

El protagonista no sabe. no puede conquistarla, y para encontrarle alguna explicación escribe un libro en el cual mezcla ficción y realidad de sus desventuras sentimentales.

El triángulo amoroso tiene sus vaivenes. Partes del relato son flashbacks, otros ocurren en presente, y entre en la voz en off de Diego que cuenta lo que le pasa y lo mal que está, repitiéndolo en imágenes acompañadas por melodías acordes a los momentos melancólicos, lo vuelven soporoso al relato, pues la reiteración de la información le quita ritmo y el film parece más largo de lo que es.

La factura técnica es muy buena, las locaciones son las acertadas para respaldar a cada personaje. Hay diálogos que están bien elaborados, en tanto que otros se exceden en explicaciones filosóficas.

El remanido tema del amor no correspondido, una vez más, deja un sabor amargo en la boca. El cuestionamiento de por qué la chica que lo vuelve loco, elige a otro y no a él, tortura la cabeza de Diego, lo tiene deprimido, aunque sus esforzados intentos por recomponerse sean sólo un maquillaje exterior porque la procesión va por dentro.

El director realizó una obra demasiado refinada y pretenciosa para buscar una profundidad que termina siendo un inconveniente, y conspira contra la necesidad que tiene de contar con un film que no sólo busque contar una historia de la mejor manera posible, sino quen también, entretenga al espectador aunque lo que veamos sea un drama que no tiene respiro.