Alicia a través del espejo

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Se dice que el mismo Lewis Carroll entendió a la secuela de Alice in Wonderland como un apéndice, casi un pie de página de su obra mayor, y eso se amplifica en esta adaptación de Alicia a través del espejo. Básicamente con el mismo equipo actoral de la adaptación de Alice in Wonderland, estrenada en 2010, Tim Burton cambió la dirección por la producción, y encaró la clásica secuela bajo el paraguas de Disney, con el dream team de animadores que entregó la excelente El libro de la selva, apenas un par de meses atrás.
La película comienza con Alicia (Mia Wasikowska) viviendo su realidad en el Londres decimonónico, una realidad bastante fantástica, ya que la chica traza rutas comerciales con China navegando su propio barco, The Wonder, siempre asediado por piratas. Al regresar de uno de sus viajes, la realidad abandona el velo de magia, pero es también el disparador de la nueva aventura.
Una deuda de la madre obliga a Alicia a elegir entre entregar The Wonder o la casa para saldar la hipoteca; la fea situación es al instante suprimida por la irrupción del universo Wonderland (al que en el film, por arbitraria razón, se refiere como Underland). Una gran mariposa azul (con voz del desaparecido Alan Rickman) guía a Alicia hacia un espejo, mediante el cual vuelve a la tierra del Gato de Cheeshire, el Conejo blanco y el Sombrerero loco, nuevamente interpretado por Johnny Depp.
El Sombrerero atraviesa una depresión de raíz edípica, y la Reina Blanca (Anne Hathaway) envía a Alicia a negociar con el Tiempo mismo (Sasha Baron Cohen) un viaje hacia el pasado para solucionar los desaguisados entre el Sombrerero y su padre.
La elección de James Bobin en la dirección, autor de los últimos films de The Muppets, parece acertada. Bobin sabe cómo pintar a los personajes, a los que ya todos conocen, de una personalidad única y asertiva, mientras los efectos se encuentran a años luz de la endeble aunque exitosa Wonderland que dirigió Burton. El problema es que narrativamente no se aporta algo nuevo; muy por el contrario, aún en las mejores escenas (como las que protagonizan Baron Cohen y Helena Bonham Carter, nuevamente como la Reina Roja) hay referencias a Volver al futuro y a los pobres films de Burton post El gran pez. Resulta una pena que, partiendo de un gran despliegue visual, el film no esté a la altura de los recientes logros de Disney.