Agosto final

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Detectivesca investigación sobre dos extravagantes personajes de la fauna porteña

La ambición humana no tiene límites, el deseo de triunfar, de trascender, sea como sea, fue la motivación principal que tuvo esta particular pareja durante los años ‘20 en la Argentina. El director de éste documental, Eduardo L. Sánchez, se ocupó de rescatar del olvido la alocada vida que tuvieron la suiza Myriam Stefford y el argentino Raúl Barón Biza.
El disparador que encuentra el realizador para iniciar la investigación, y convertirla en una película, es una réplica en miniatura de un monumento que siempre estuvo en su casa, y que nunca su madre quiso explicarle lo que era, o lo que significaba.
Las dudas, la intriga, la cantidad de preguntas sin respuestas se iban acumulando en su mente, no sólo por ese objeto sino también por saber fehacientemente cuál era su origen, lo tenían inquieto. Y su madre prefirió silenciar, ocultar, negar, la historia de los antepasados familiares.
Y se sabe que ante la negación el ser humano se obsesiona cada vez más en saberlo. No importa cómo o lo qué es, pero necesita sacarse ese peso de encima aunque traiga consecuencias no muy agradables.
En el raid el director viajó a Córdoba, a Suiza, Alemania, y Venecia, para conseguir datos, información, archivos, fotos.., a fin de descubrir lo que había detrás de esta historia. Fue armando el rompecabezas con testimonios de historiadores, allegados a la pareja, etc., y las capas se fueron levantando para comprender que el glamour, la sofisticación, la profesión que decía tener la extranjera, la fortuna que tenía el argentino, y la necesidad imperiosa de mostrarse ante la sociedad como exitosos, porque la mediocridad no era para ellos, resultó ser un cóctel explosivo, con consecuencias insospechadas en poco tiempo.
Myriam decía que era una famosa actriz, Biza, fue un escritor, millonario por herencia, y el tiempo que estuvieron juntos la pasaron genial. Pero el correr los límites del peligro cada vez un poco más lejos, probablemente por aburrimiento, llevó a la mujer a aprender a volar un aeroplano en alrededor de dos meses, y junto a su instructor planificaron y comenzaron un periplo de volar por 14 provincias.
Arriesgar de más cuando se lo tiene todo, es absurdo. Pero la estupidez humana es incorregible y esto la condujo a la muerte.
El tratamiento riguroso con el que lleva adelante la realización, y el porqué de develar con tanto interés lo que siempre le ocultó su madre, convierte al director en una suerte de detective privado para desentrañar su propio origen y poder ponerle un punto final a esta auténtica novela.