A la sombra de las mujeres

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Después de su paso por el festival de cine francés Les Avant Premieres, llega el estreno comercial de A la sombra de las mujeres de Philippe Garrel.
Amar, estar enamorado, conformar una pareja, y en especial un matrimonio, no es tarea sencilla, ni de llevar a cabo ni mucho menos de retratar, con todos sus vaivenes, los problemas muchas veces disfrazados de otros, la complejidad en su máxima expresión.

Garrel decide una vez más indagar en las problemáticas que él encuentra en la pareja y en cómo él cree que éstas se pueden solucionar o hacernos creerlo así. En este caso, Pierre y Manon están casados y no sólo viven juntos sino que trabajan juntos. Ella dejó su carrera para trabajar con él y terminar como su asistente, mientras él es un cineasta que realiza documentales.
Si bien Pierre y Manon parecen el uno para el otro, la verdad es que algo parece haberse perdido o difuminado entre ellos y él comienza a tener una relación paralela, y honesta, porque “la otra” lo sabe y lo acepta, al menos en un principio. No obstante, esta infidelidad no causa nada, ni bueno ni malo, en esa pareja. La irrupción aparece cuando ella es descubierta con otro hombre y él decide victimizarse. Aunque no confiese su propia infidelidad, él cree que por ser hombre casi que tiene derecho a ser infiel, porque es algo natural en su género. Ella en cambio es acusada de ser la culpable de los problemas que sobrelleva esa relación.

El cine de Garrel sigue respirando de la Nouvelle Vague, especialmente desde su estética con un crudo blanco y negro, y una voz en off que termina de introducirnos en estos personajes.

Entre idas y venidas, con un tono un poco más amable que la antecesora La Jalousie, con la que de todos modos comparte muchas temáticas, y un documental en el que se van a terminar reflejando más de lo esperado, Garrel muestra con su resolución una perspectiva a simple vista optimista y feliz, pero que en el fondo es más bien agridulce.