A la guerra por amor

Crítica de Yaki Nozdrin - Visión del cine

Escrita, dirigida y protagonizada por él mismo, el conductor televisivo Pierfrancesco Diliberto, más conocido como Pif, presenta A la guerra por amor: una película que mezcla el drama, la comedia y el romanticismo.
La trama nos sitúa en la Nueva York de 1943, en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Allí se encuentra Arturo (Pierfrancesco Diliberto), un joven inmigrante italiano que trabaja en un restaurante. El protagonista está enamorado de Flora, la sobrina del dueño del lugar al que presta sus servicios. El problema es que la joven está comprometida, por exigencia de su tío, con Carmelo.

Flora, también enamorada del protagonista, le propone a Arturo que viaje a Sicilia para pedirle su mano a su padre -y de esta forma anular el pedido de su tío-, quien quiere que se case con el hijo de un allegado a Lucky Luciano, capo de la mafia. Como él no cuenta con los recursos necesarios para realizar el viaje, decide enlistarse en el ejército estadounidense en el marco del inicio de la Operación Husky.

Una vez en la región italiana, Arturo comienza a buscar al padre de Flora. Con lo que el protagonista no contaba era con el hecho de que el tío de su amada le solicitó a Lucky Luciano que le ordene a Don Caló, el capo de la mafia de Crisafullo, que mate a Arturo. Aun así, no todas son tragedias para el aventurero ya que allí conoce a Philip Catelli, un teniente estadounidense con quien entabla una amistad.

A pesar de que a primera vista A la guerra por amor parece ser, simple y llanamente, una película romántica, la realidad es que Pierfrancesco Diliberto decide ir más allá. El film mezcla constantemente el drama con la comedia. Estos dos puntos se ven principalmente resaltados en los personajes secundarios. Por el lado más dramático se encuentran una mujer y su hijo quienes no sólo esperan la llegada de su marido/padre, sino que además deben esconderse constantemente en un refugio antibombas. En cambio, el lado más cómico se manifiesta mediante el ciego Saro y el rengo Mimmo, y el ir y venir de este dúo.

El guion -escrito también por Michele Astori y por Marco Martani-, se mantiene firme a lo largo del metraje. Logra pasar de la comedia al drama de un momento al otro sin perder nunca su eficacia. Esto en gran parte se debe al buen desarrollo de los personajes secundarios. Flora y Arturo no son los únicos importantes de la trama, cada personaje, con una historia propia por detrás, resalta por sí mismo.

Más allá de los diferentes géneros por los que incursiona el film, el director de La mafia sólo mata en verano realiza, a través de una especie de sátira política, una fuerte crítica a cómo la mafia italiana logró llegar al poder. De esta forma, Pif deja en evidencia que el pueblo volvió a recuperar la democracia por los vínculos que los mafiosos mantenían con el ejército estadounidense.