La ciambra

Crítica de Marcela Barbaro - Subjetiva

La Ciambra, de Jonas Carpignano
Por Marcela Barbaro

En la zona que bordea el Mediterráneo del sur de Italia se asientan comunidades postergadas que sobreviven a cualquier costo. Allí conviven refugiados africanos y romaníes que se enfrentan con los italianos del norte. El clan de los gitanos Amato, es uno de ellos. Una pequeña comunidad romaní asentada en la región de Calabria, llamada A Ciambra.

La nueva película del director Jonas Carpignano, luego de Mediterránea (2015), cuenta con el aval de Martin Scorsese, como uno de los productores ejecutivos. Su estreno tuvo lugar en la sección Quincena de Realizadores del Festival de Cannes 2017, donde obtuvo el premio Label Europa Cinemas.

La película aborda el proceso de crecimiento de su protagonista, Pio Amato, en medio de un entorno conflictivo. Con catorce años ya toma alcohol, fuma, enfrenta las vivencias duras de la calle y la marginalidad que lo rodea. Acompañado de una numerosa familia comandada por su abuelo, le transmiten el lema de los gitanos: “Somos nosotros contra el mundo”. Bajo ese legado, Pío observa a los adultos para imitar sus códigos, el hábito de delinquir, estafar, como forma de vida que naturaliza. Así lo hace su hermano mayor, Cosimo (Damiano Amato), quien le enseña a robar, mientras entra y sale de la cárcel. Pío también tiene un amigo mayor, Ayiva (Koudous Seihon, protagonista de Mediterránea), un africano oriundo de Burkina Faso que trata de cuidarlo y preservarlo del ambiente que forman parte.

La historia se inscribe en ese límite impreciso entre documental y ficción, con un ritmo que no decae en ningún momento. La cámara en mano, en constante movimiento, refleja la ausencia de un tiempo que no espera. Los personajes deambulan, buscan, se escapan cuando hay allanamientos, saltan por una ventana, viven el ahora, la inmediatez de una oportunidad que se presenta. Y en ese devenir, se traduce la raíz nómade del pueblo gitano, una comunidad sin asentamiento propio, más bien siempre en los márgenes y mal vista.

Los Amato hacen de ellos mismos y el realizador logra captar la naturalidad de sus gestos, sus acciones, como si fuese un integrante más dentro del clan. Un infiltrado en los suburbios donde registra su cotidianeidad. El relato expone con crudeza una realidad sin ornamentos, imágenes sórdidas con mensaje directo. No los juzga ni hace empatía. Tal vez, el tono cambia en el tratamiento sobre Pío, los primeros planos lo dejan al descubierto y, al mismo tiempo, lo protegen si siente miedo o frustración.

Nuevamente, la mirada de Carpigno se inclina sobre la temática de los inmigrantes que no encuentran su lugar en el mundo, y son perseguidos donde vayan. Intensa y fiel reflejo de los flagelos del mundo actual, La Ciambra se hace cargo de lo que muestra con una clara impronta neorrealista.

LA CIAMBRA
A Ciambra, Italia/Brasil/Francia/Suecia/Estados Unidos, 2017.
Guion y dirección: Jonas Carpignano. Intérpretes: Pio Amato, Koudous Seihon, Damiano Amato, Iolanda Amato, Francesco Amato, Patrizia Amato, Rocco Amato y Susanna Amato. Fotografía: Tim Curtis. Edición: Affonso Goncalves. Música: Dan Romer. Duración: 117 minutos.