911 Llamada mortal

Crítica de Gabriel Frenkel - Fancinema

Yo quiero a mi bandera

Atención: se develan detalles argumentales y el final de la película.
Hay thrillers previsibles que son grandes películas (Fuego contra fuego y Atracción peligrosa) y hay películas con la peor ideología que son obras maestras (El nacimiento de una nación o Río Bravo, por ejemplo). Pero si un film además de ser previsible y de tener la peor de las ideologías, está mal actuada, está llena de subrayados que subestiman al espectador y tiene momentos abyectos, significa que estamos frente a películas como 911 llamada mortal.
Jordan Turner (Halle Berry) es una veterana operadora de la línea de emergencias 911, que muestra calma, seguridad y profesionalismo cuando atiende las llamadas de gente en problemas. Su vida parece perfecta: es querida y respetada por sus compañeros de trabajo y mantiene un romance con un policía que es más bueno que la Vitina. Todo cambiará cuando una adolescente a punto de ser secuestrada pide ayuda al 911 pero es asesinada por un error de Jordan. A partir de aquí, la protagonista entrará en un pozo depresivo del que sólo saldrá cuando otra adolescente es secuestrada en el estacionamiento de un shopping y encerrada por su captor en el baúl del auto de este. Desde ahí, la joven logrará llamar por medio de un celular a la línea de emergencias para ser ayudada por Jordan, que verá en este caso la oportunidad de redimirse de su anterior fallido.
Sin ser muy exigentes, aquí vendrá lo mejor de la película, ya que tanto la ayuda telefónica que le prestará Jordan a la chica como la investigación policial que llevará a cabo el novio de la protagonista no carecen de tensión dramática. Cuando el secuestrador (quien para que nos demos cuenta de que es un psicópata hará caras que causan risa en vez de pavor), la lleva a su escondite subterráneo en medio del campo, ya sabemos que la protagonista va ir al rescate de la chica pues el director creyó oportuno hacerle decir a Jordan minutos antes: “¿eres de capricornio? Yo también. Somos dos luchadoras. Saldremos juntas de esto”. Esto se llama subrayado con resaltador amarillo de punta gruesa (la Tana Ferro de Un novio para mi mujer hubiera dicho: “¡huy, mirá: dos pelotudas de capricornio!”).
Pero falta lo peor: a) el novio policía de Jordan descubre por unas fotografías que el motivo por el que el secuestrador rapta y mata adolescentes rubias es porque de chico tuvo una relación enfermiza e ¿incestuosa? con su hermana adolescente y rubia que murió de leucemia, por lo que obviamente no nos iban a ahorrar obscenos primeros planos de las mencionadas fotos que mostraban la agonía y muerte de la muchacha; b) en el final, cuando Jordan y la chica logran vencer y reducir al villano, aparece el momento facho del film: en vez de llamar a la policía para que encarcelen y juzguen al secuestrador, las dos mujeres deciden vengarse y matarlo ellas con la bandera estadounidense flameando de fondo.
Ingredientes para un film indigesto: previsibilidad desde los primeros quince minutos; abnegados, inmaculados e irreales policías; un psicópata que causa gracia en vez de miedo, fotos innecesarias y abyectas de un enfermo terminal; “justicia” por mano propia desnudando el desprecio por la acción estatal y glorificando el ojo por ojo al que son tan afectos gran parte de los estadounidenses, aunque parece que no están solos. Al finalizar la película, escuché fuertes aplausos en la sala de cine en la que se proyectó esta pésima película.