7 días en La Habana

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Los directores cuestionan el lugar común

Este filme se suma a los proyectos colectivos conocidos titulados París, je t'aime (2006) y New York, I love you (2009). Y parece que esta manía de reunir a directores de distintos países para ofrecer su visión de grandes ciudades va a seguir con Berlín, Londres, Río de Janeiro y otras.
Siete días en La Habana está integrado por siete episodios y al igual que lo ocurrido con las experiencias anteriores, el resultado es muy irregular. Y lo que muestran los siete cortometrajes no es la cara turística de La Habana, sino quizás la menos conocida.
Abre con El yuma, un poco auspicioso debut en la dirección del puertorriqueño Benicio Del Toro, con la interpretación de Josh Hutcherson en el papel de un actor norteamericano que de paso por La Habana con destino a una escuela de cine, vive diversas aventuras nocturnas con la ayuda de un ingeniero/taxista.
Jam session es el episodio realizado por el argentino Pablo Trapero, con Emir Kusturica interpretándose a sí mismo, que llega a La Habana para participar de un festival de cine, recibir un premio a su trayectoria, acabar con las reservas de ron de la isla, y concluye integrado a un grupo de músicos conducido por el trompetista Alexander Albreu.
El vasco Julio Medem dirigió La tentación de Cecilia, sobre una cantante cubana casada con un beisbolista, que es tentada por un productor para actuar en España.
El personaje reaparece en Dulce amargo, del cubano Juan Carlos Tabío, autor de Lista de espera y Guantanamera . La protagonista, interpretada por Mirtha Ibarra, es una psicóloga que participa de un programa de televisión, pero se gana la vida como pastelera.
El ritual es obra del provocador Gaspar Noé, otro argentino pero radicado en Francia. Su propuesta, sin diálogos, se circunscribe a una sesión de exorcismo realizado por un chamán a una joven, a quien sus padres hallaron compartiendo su cama con una muchacha de la misma edad.
En Diario de un principiante, Elia Suleiman (Intervención divina) también protagoniza el episodio, como un cineasta que llega a La Habana para entrevistar a Fidel Castro, y mientras espera que el líder cubano concluya su discurso, le sobra tiempo para recorrer la ciudad, pero sin llegar a entender lo que ve, pues todo le resulta extraño y un poco surrealista.
La fuente es del francés Laurent Cantet (Recursos humanos, Entre los muros ) y se ocupa de una mujer mayor que dice ver y hablar con la Virgen María y moviliza a todos los habitantes de un antiguo edificio de departamentos para construir en el suyo una fuente donde entronizar la estatua objeto de su veneración.
Los episodios más logrados son los de Trapero y Suleiman, mientras que lo mejor de esta propuesta colectiva es la banda musical. De una u otra forma, todos los directores cuestionan el lugar común que habla de habitantes sumamente alegres y hospitalarios. Por los visto, la realidad no es tan así.