50 Chuseok

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Semanas después de llegar a las salas con Hasta que me desates, Tamae Garateguy estrena los jueves de noviembre en el Centro Cultural de la Cooperación su documental 50 Chuseok, en el que sigue al actor Chang Sung Kim en medio de un viaje a sus raíces.
Chuseok es una fiesta coreana que año a año celebra las buenas cosechas. Ya lleva cincuenta siendo realizada en Argentina por esa comunidad. Casi esos mismos años lleva el actor Chang Sung Kim viviendo acá, sin haber regresado a su país de origen desde que lo dejó cuando era un niño de siete años.

50 Chuseok -lo nuevo de una de las realizadoras del under que ha sabido hacerse un nombre y se destaca por hacer cine de género (Pompeya, Mujer lobo y las UPA que codirige)- es un documental que comienza con esos climas de fiesta y celebración. Además de retratar cómo festeja la comunidad coreana instalada en nuestro país esa fecha (e introducir pequeñas historias de algunos de ellos), también sigue lo que parece la vida de un actor canchero y reconocido, reunido en un asado junto a otros colegas o juntándose a jugar al fútbol.

Ese clima, de a poco, se va tiñendo de melancolía cuando Chang tiene la oportunidad de regresar a la Corea del Sur que dejó tan atrás. Acompañado por el equipo de la película (que aparece en imagen y en la historia, cada vez más, a medida que se va sucediendo), uno va siendo testigo de las diferentes emociones por las que transita el actor. Nervios, ansiedad, miedo, tristeza. De repente por las calles de Corea es casi como si fuese un turista, recorriendo lugares desconocidos para él, probando y disfrutando las comidas autóctonas. Y luego, el verdadero motivo del viaje: el poder regresar al lugar específico del que se fue, un lugar que se le aparece en sus recuerdos como si fuesen bocetos y que al llegar es muy distinto a como él lo había dejado.

Sin dudas los mejores momentos de 50 Chuseok son los que siguen a su protagonista en los momentos más importantes a nivel personal. Son esos instantes de emoción y miedo, en los que las palabras sobran y algunos silencios se apoderan de las escenas.

Ya cerca del final de una película que se desarrolla de una manera previsible y con cierta dosis de caos (es un documental que no teme mostrar el detrás de cámara, algo que está a medio camino entre reflejar autenticidad y poner en evidencia cierto artificio), hay alfombra roja, fotos y entrevistas en medio del circuito del cine. Acá parece ponerse en primer plano la importancia de contar y mostrar estas historias.